May 15, 2023

El valor de arriesgar, el deber del arte y cómo no estancarte | Guillermo Arriaga | 287

Guillermo Arriaga es un escritor, guionista y director mexicano. Dentro de sus películas se encuentran obras como Amores Perros y Babel, y en su obra literaria tiene novelas como Salvar el fuego y Extrañas, su trabajo más reciente. El ganador del Premio Alfaguara de novela y del premio a mejor guión en el Festival de Cannes regresa a DEMENTES, esta vez de manera presencial.

En este episodio hablamos sobre:

-Su última novela, Extrañas

-Su visión del riesgo

-El deber del arte

-La corrección política

Primer episodio con Guillermo: https://youtu.be/wFrqCtzXzkc

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Transcript

Diego: Guillermo, te tengo un agradecimiento que hacer, porque en el episodio pasado dijiste “se me hace que tú tienes déficit de atención y no te has revisado”. A finales del año pasado por fin me fui a revisar y me confirmaron que sí tengo déficit de atención, así, diagnosticado. Y fue donde le digo a mi esposa “oye, ¿qué opinas?, vi un vídeo en YouTube y siento que tengo este pedo, porque todo lo que dice aquí me suena. Me iré a checar.” Sofía me dice, “Llevo cuatro años diciéndote que tienes déficit de atención y no me has pelado”. Y entonces empezaron a recordar todos, “también te dijo Arriaga”, dijo no sé quién. Y fue... Desde que me diagnosticaron, me cayeron muchos veintes y fue también una especie de bendición al mismo tiempo. Y dije “no mames. entonces esto tiene una razón de ser, ¿no? El que haga esto, el que sea así”, y entonces puedes empezar a poner algunos candados para que eso no pase, pero entonces, a raíz de que entiendo ya qué significa esta cosa de déficit de atención… Pero cuando me lo dijiste, dije “ay, pues tienes una condición, qué padre”. Ya que entendí, qué pedo, mi respeto hacia ti se duplicó, porque digo, no mames, ¿cómo, con déficit de atención, haces esas novelas tan largas, empiezas y terminas las cosas? Y además tienes esta onda de estar llegando a todos tus compromisos, veo que haces un chingo de prensa y estás ahí atento, no pierdes el hilo de las cosas, estás en una conversación y estás llevando de cero a cien. Ahora todavía te admiro más. Gracias por haberme dicho eso aquella vez, ya lo comprobamos, y entonces, no más quería dejar eso ahí y ahora quiero entrar por ese mismo camino. ¿Cómo le haces para estar donde estás con déficit de atención? Tomando eso como la base de lo que vamos a hablar este primer pedacito nada más. ¿Cómo te organizas? ¿Qué herramientas usas? ¿Cómo haces para tener un proyecto que empiezas dos años antes y lo logras terminar con este desmadre?

Guillermo: Mira, creo que parte del déficit de atención… El problema mayor del déficit de atención cuando eres niño es que se erosiona la confianza en ti mismo. No sé si a ti te pasó, pero yo en la primaria no entendía nada. A la fecha no me sé las reglas gramaticales. No sé ni qué es una esdrújula. O sea, sé cómo poner acentos por memoria, no por lógica. Y yo me sentía en franca desventaja con los demás compañeros porque ellos se sacaban diez y yo reprobaba todas las materias. Mi primaria fue un desastre. Y en lugar de tener maestros que me alentaran, eran maestros “eres tonto, no puedes, este no es el tipo de escuela para ti, y tal, y tal, y tal, y tal, y tal”. Y cada vez empiezas a sentirte con menos confianza en ti mismo. Por suerte me expulsaron de esa escuela y fui a dar a otra donde el maestro de deportes entre todos, que era mi tío por cierto, yo no sabía que era mi tío, pero era mi tío, me dijo “vamos a jugar al básquetbol”. Yo dije “no, ya me dijeron que no sirvo para el básquetbol”. “Sí, sí sirves, ven, bota la pelota conmigo, bota la pelota de este lado. Tú vas a poder, claro que vas a poder”. Una escuela completamente distinta a la que tenía y por suerte recuperé la confianza en mí mismo. Me tardé muchos años en recuperarla.

DB: Ahí no sabías que tenías esto, no tenía nombre.

GA: No se hablaba, nada más eras pendejo. Eras el pendejo del grupo. Y poco a poco fui recuperando la confianza en mí mismo. Me di cuenta que tenía una herramienta que los demás no. Si bien no entiendo la lógica, a la fecha no entiendo la lógica, tengo intuición. Y me dedico a un negocio donde la intuición es lo que cuenta. Yo nunca sé de qué se van a tratar las novelas que voy a escribir ni las películas que voy a escribir. No tengo idea. Yo tengo un argumento muy básico y sobre eso voy descubriendo la novela, pero la voy intuyendo. Como no trato de aplicar ningún proceso lógico ni trato de que haya lógica, la intuición va creando esto. Es el inconsciente el que lo va creando. Ahora, alguna virtud que tengo es que soy muy aferrado. Tengo una personalidad adictiva. Por suerte no tomo alcohol. Nunca he tomado alcohol. Nunca me he metido nada. Ni un toque de mota, nada. No fumo.

DB: ¿Por desinterés? ¿Por preocupación? ¿Por qué no lo has hecho?

GA: Por rebeldía. Por ganas de llevar la contra. En la Unidad Modelo donde crecí si no te metías alcohol y drogas, no eras machín. Y mi lema es voy a hacer sobrio lo que ustedes solamente hacen borrachos. Seré más cabrón que ustedes, porque yo no voy a necesitar el alcohol para ser cabrón. Y bueno... Es una herramienta que tú vas a descubrir ahora que sabes que tienes déficit de atención. Vas a descubrir que tienes la intuición y que la intuición es lo que te permite hacer las cosas. Eso con una personalidad adictiva tan... El otro día me decía mi cardiólogo que yo era muy obsesionado. Y dije “no, doctor, no se confunda, soy apasionado, que es distinto”.

DB: ¿Cuál es la diferencia? ¿Cómo entiendes la diferencia?

GA: Pues es que, carnal, hacer libros y crear es una pasión y un privilegio. O sea, yo pagué las escuelas de mis hijos, pagué la comida, pagué las casas, pagué las gasolinas escribiendo. No cualquiera puede tener ese privilegio de vivir de escribir. Yo sí viví de escribir, de crear en general, porque también el cine es parte importante. Como productor y como director también me ha traído formas de ganarme la vida. Pero es muy privilegiada en mi chamba, la neta. Y cada vez me hago más adicto a escribir. Cuando digo que me hago adicto a escribir es que no quiero estar más que frente a mi computadora. Y ahora que estaba escribiendo Extrañas, mi último libro, tuve que hacer un viaje a promocionar Salvar el fuego en Alemania. Fui a Berlín y a Viena. Pues me la pasé escribiendo en el taxi, en los taxis de ida al aeropuerto aquí, en la sala de espera del aeropuerto, en el avión, en el taxi para el hotel. Y tenía yo Viena una de las ciudades más hermosas del mundo y Berlín y yo estaba en el cuarto escribiendo. Entonces yo dije “no mames, tienes Viena afuera, estás loco”. Sí, pero no puedo, tengo una necesidad por crear.

DB: Pero por ejemplo, a ver, a mí me encanta lo que hago, pero me ha pasado incluso donde, no sé, hoy vendimos un proyecto, el cliente ya nos dijo que queremos hacer esto y dicen “mándame nada más una cotización”. Pueden pasar dos semanas, sé lo que tengo que hacer, no tiene chiste redactarla, “aquí está lista la cotización para que lo puedas meter”. Lo voy dejando a veces porque si no lo tengo presente en este momento o porque si no hay algo que me diga “es para mañana”, no lo hago. Tu chamba, el pasado, cuatro años en hacerla, este según entendí como dos años en hacerlo, ¿cómo te obligas o no sé a ti no te pasa esa parte de necesitar deadlines o necesitar alguna cosa para sí terminar y no seguir o alargando las cosas?

GA: No, no, no, yo no tengo fechas límite ni tengo presión de nada.

DB: No lo necesitas, a ti no te pasa.

GA: No lo necesito. Tengo otras cosas que ahí sí soy un desastre, ahí sí se me va el avión desde… Afortunadamente mi mujer se encarga de los impuestos y de los bancos y de todo eso, maneja toda esa cuestión porque si no, yo ya estaría en el bote por no pagar los impuestos, no porque no quisiera pagar los impuestos porque se me olvida. Eso sí me pasa. Yo sí soy de los que creo que hay que pagar los impuestos, no estoy en contra de pagar impuestos, pero se me va la onda y si no estuviera ella al tanto, porque ella sí dice “¿cuánto recibiste? Vamos a pagar los impuestos”. Pero escribir no, porque escribir es entrar en un mundo que sin ti no va a existir. Punto. Y a veces yo me siento el mero pretexto de una historia para ser contada. Siento como que viene la historia, me atraviesa, atraviesa mi cuerpo, me deja hecho una piltrafa y se sigue de largo. Mi cuerpo es simplemente un vehículo, mi ser es simplemente un vehículo para contar la historia. Porque me dicen, “¿por qué escogiste esa historia?” Qué ilusos, ¿a poco es que yo escogí la historia? La historia me escogió a mí, la historia me dictó, toda la historia me dio órdenes y estoy completamente al servicio de esa historia.

DB: Hablando de la historia, hablando de Extrañas, por ejemplo, en la conversación pasada que tuvimos, mencionaste, “mi siguiente libro puede ser que arruine mi carrera, puede ser un libro que lo que he hecho hasta ahorita lo mandé al carajo”. Ya entendí por qué lo dices, porque es muy distinto el formato a lo que venías haciendo, el tema de los párrafos, el tema de las palabras y demás. Y además también habías mencionado antes que tú no investigabas tus novelas, que tú, lo que te va saliendo y demás. Pero en este caso tú mismo te impusiste algunas cuestiones de “no, pues puras palabras de este tipo, no usar palabras que no usaban en ese entonces”, etcétera. ¿Por qué tomar ese riesgo? ¿Y por qué además complicarte tú solo con esta parte de “bueno, ahora tengo que investigar qué palabras sí puedo usar y cuáles no puedo usar? Ahora tengo que investigar qué pasaba en ese entonces contra lo que no”. ¿Por qué?

GA: Si no hay riesgo, ¿para qué? ¿Para qué voy a crear sin riesgo? ¿Para qué hacer una obra que va a ser siempre la misma, que no tiene un salto mortal? O sea, no hay un trapecio de que salto yo de un lugar a otro. Y puede ser que sí, que en el salto uno llegue a agarrar las manos o la barra del trapecio, manos de quien me va a recibir, y me vaya para abajo sin red, porque aquí no hay red. Yo no tengo una empresa, un salario, no tengo nada. Vivo de lo que me paguen por mis libros. Y la editorial bien pudo haber dicho “no es lo que queríamos no, esto es una basura, me parece muy bien que tomes tus riesgos, pero tómatelos tú”. Que hay esa posibilidad, eso es cierto. Y los lectores también pueden decir “tómate tu riesgo, yo no”. Y los periodistas también pueden decir “me encanta tu riesgo, pero a mí no me interesa tu riesgo”. Así es un riesgo. Pero sin riesgo, ¿cómo para qué?

DB: ¿Cómo convences a alguien de tomar ese riesgo contigo? Tomando en cuenta lo que dices, por ejemplo, de la editorial o “sí, es que, mira, a lo mejor no se parece a las otras que he hecho, aunque yo noto algunas cosas que sí, pero no se parece, juégatela conmigo”.

GA:. Mira, creo que la historia que estoy contando, la historia tiene que hablar por mí. Yo puedo echar todo el rollo que quieras, pero la única forma de convencer es “esta es mi obra”. No puedo decirle “no, es buenísima”. No voy a decir nunca que un libro mío es buenísimo. Jamás.

DB: ¿Pero sí estás orgulloso?

GA: Me siento más orgulloso de cómo eduqué a mis hijos, la neta. En ese sentido sí. Yo ahora siempre voy a sentir que no llegué a donde yo quería. Voy a estar molesto, voy a estar con la rabia de... Pero también aprendí a decir que en este negocio se hace lo que se puede. Por fortuna, no le ha ido mal a los libros.

DB: Nada mal. Y con cada uno que sale, jala otra vez a los demás que están atrás.

GA: Sí, pero eso no significa que yo sienta que estoy satisfecho del trabajo. Siempre voy a estar insatisfecho. Y creo que el mayor error de algunos escritores es gente que dice “escribo un libro, es una obra maestra, voy a cambiar la literatura mundial” y no pasa nada con su libro y se frustran y se enojan porque los demás son unos pendejos que no saben leer.

DB: “No me entienden”.

GA: Yo prefiero decir, mira, yo hago un libro lo mejor que pude a ver qué pasa.

DB: A ver, pero por ejemplo, si llega tu hijo o tu hija y hacen este screenplay o lo que tú quieras y te dicen “es que, papá, no me siento orgulloso de lo que hice, no me gusta lo que hice”. ¿Tratarías de hacerle ver por qué sí deberías estar orgulloso o le dirías “tienes razón, no está chido”? O sea, independientemente de tu opinión sobre eso, sino su propia opinión.

GA: “Chíngale, mija. Síguele trabajando”.

DB: ¿Así?

GA: Sí, ahorita ¿sabes que estoy editando la película de mis hijos? No estoy editando, ellos están editando y yo fui a la edición para cerrar la edición porque soy productor y no solamente soy papá, y mis hijos la ponen contra de mí porque me dicen “rigor, papá, vamos a explorarla, rigor”. O sea, ya se la aprendieron. Y obviamente ellos tienen esta insatisfacción. Me gusta que tengan esta insatisfacción. Me gusta decirles “yo estoy orgulloso de ustedes, hicieron un gran trabajo”. Pero no quiero que dejen de estar insatisfechos, porque en el momento que un creador está satisfecho con su trabajo y dice “soy una pistola”, ya perdió la batalla. Conozco muchos escritores que están muy frustrados porque sienten que son los mejores escritores del mundo y no pasa nada con su obra. Yo prefiero decir, mira, es un esfuerzo que hacemos. Vamos a ver. Se hace lo que se puede, vamos a ver cómo responde el público. Ahora, dentro de ese esfuerzo de hacer lo que puede, creo que es importante tomar un riesgo. Creo que siempre es importante tomar un riesgo. Creo que siempre es saludable que te la juegues toda y que todo se puede ir al carajo. En Salvar el fuego hay una frase en la que yo creo que es “prefiero ser conocido por mis grandes fracasos que por mis mediocres éxitos”. Y si fracasé, pues fracasé lo grande. Alguna apuesta grandotota y no “pues mira, me fue bien, pero volví a hacer lo mismo, hice la segunda parte de esto porque le gustó mucho a la gente”.

DB: Salvar el fuego 2.

GA: Salvar el fuego 2. Muchas veces me dicen que haga Salvar el fuego 2, por favor. No, no quiero, ya.

DB: A ver, es que no puedo dejarte nada más así, salirte tan fácil esta. Entonces, tu juego o lo que te emociona o lo que te hace sentir orgulloso, también es un poco “tomé este reto” más que “oye, estoy orgulloso del libro, estoy orgulloso de que me la esté jugando”.

GA: Exacto.

DB: Pero sí hay un nivel de orgullo de decir, “está chingón, pero no es tanto lo que dice aquí, sino...”

GA: No, mi orgullo es que sí tomé el riesgo. Ahí sí digo “sí tuve los huevos para arriesgarme” ¿no? Porque a la mayor parte de la gente no le gusta arriesgarse. Eso sí. No me voy a sentir satisfecho con la obra nunca, pero con la actitud, sí.

DB: ¿Y la parte que te preguntaba al principio de cómo convences a otro de tomar un riesgo contigo? Porque, otra vez, no vas solo en esto.

GA:  La única forma de convencerlos es el trabajo, la editorial no le va a hacer caso a mis rollos.

DB: ¿No pones de por medio…? Como en su momento cuando pusiste el poema del venezolano y que dices “pues no encontramos al compa para que nos dé permiso, yo absorbo esto”, pues eso fue un poco el yo asumo el riesgo. ¿Hay algo dentro de esto…? No sé si el editor pueda perder su chamba si algo no sale bien, y a mí me queda claro que tú eres estas personas donde te preocupa mucho la otra gente en cuanto a sus...

GA: Sí, el editor puede perder la chamba, por supuesto que puede perder la chamba. Pero la única forma de convencer es con la obra. Por más rollo que le eche, si la editorial no cree que vale la pena, no me va a publicar. Por más que cabildee, por más que le eche rollo, por más que sean mis amigos, ellos no van a arriesgar su puesto por una novela que no les gusta. Afortunadamente a mis tres editoras, que son Mayra González en México, Carolina Reoyo en España y Pilar Reyes en España, afortunadamente decidieron correr el riesgo y decidieron correr el riesgo todas las editoriales Alfaguara en todos los países, porque el hecho que yo publique en Alfaguara en México no significa que van a publicar en Perú, en Argentina...

DB: Sí, cada uno tiene un gasto de su propio...

GA: Cada editor de cada país decide qué se edita. Y todos los editores decidieron publicar Extrañas.

DB: Tengo una duda sobre, ahorita que mencionas los países, ¿cómo funciona? Hablas y se menciona en varias ocasiones que hay palabras que no puedes usar porque no existían. Pero ¿cómo cambian esas palabras de idioma a idioma? Si se publica en inglés, tengo que volver a ver cuáles no existen o si se publica en portugués y tal, ¿o más bien es la palabra como concepto? ¿Explicó mi pregunta?

GA: Yo le escribí una carta a los traductores diciendo “miren, esto es lo que hice con esta novela. No sé cómo se traduzca en su idioma, pero es así: “no usé palabras que se acuñaron después de 1790”. Lo cual a mí me metía en muchos problemas, porque palabras en una novela donde la medicina es importante como torso o autopsia o escalpelo, no pude usarlas y tuve que darle vuelta al lenguaje. No usé qué ni sus derivados, por qué, aún qué, etc.

DB: ¿Esa palabra no existía?

GA: Sí existía, pero yo quería que se sintiera que estábamos en otro siglo, y si yo me forzaba a quitar qué, porque, aún qué, la reconstrucción de la frase me hace sentir que está en otro siglo. Luego no usé el adverbio mente: exclusivamente, únicamente, solamente. Y luego cambié la puntuación. Mi literatura casi siempre es punto y seguido, punto y seguido, punto y seguido, punto y seguido, punto y seguido, punto y seguido. Y aquí no hay prácticamente puntos. Alguien los contó, creo que son 75 puntos en toda la cantidad de hojas que vienen aquí. Pero bueno, al momento de que las personas empezaron a leer la novela, el manuscrito, amigas y amigos, familia, mi mujer, mis hermanos, mis hijos dijeron “me meto cada vez más y más y más y más por la falta de puntos”. Y hay gente que me escribía en Instagram “te odio porque no tengo dónde parar y tengo insomnio y sigo leyendo porque no sé dónde parar”.

DB: Exacto, ya llegué al final del párrafo o al final del capítulo, puedo parar un ratito y no, aquí no.

GA: Pero eso lo veo como una ventaja. Y por suerte sigue siendo el libro más vendido. A la presentación que hice aquí en la Ciudad de México fueron casi 450 personas. La verdad, para la presentación de un libro que vayan 450 personas... Muy emocionante porque también hay gente que llegó y me dijo “mira que tengo tatuado aquí” y era una frase de mi novela. “Aquí tengo el nombre de tu personaje”, “me hice este dibujo de lobo”. Una chava que le firmé, Gaby...

DB: Ah, sí vi, que luego se fue a tatuar eso.

GA: Se fue a tatuar mi firma. Yo se la hice grandota, dije “no, no se va a tatuar todo el antebrazo”.  Se la hice grandota, pero porque yo creí que era puro cuento. Pero no, sí se lo hizo.

DB: ¿No dices “ay, qué loca estás”? O sea, no en el mal sentido, si no “no hagas eso por mí”.

GA: No, pues te emociona, carnal. La neta sí es muy emocionante. Ya cuando se tatúan tus frases, tus personajes, tus portadas o se tatúan lobitos por El salvaje o se tatúan pequeños fueguecitos por Salvar el Fuego o personajes,tienen frases aquí, debajo del pelo, en la nuca. O sea, la neta sí se siente uno muy honrado.

DB: Tú justo mencionas en muchas ocasiones el tema de la gramática no es lo mío. Entonces, antes el no saber de gramática es una herramienta o una ventaja porque en tu forma de escribir era como lo escribieras se le chingo, ¿no? Y tú lo ponías y listo. Ahora, como que tienes que un poco saber para poder no hacerlo, para en esta cosa tienes que saber cuáles son las reglas para entonces poder romperlas o cuáles son para poder cambiarlas. ¿Cómo es diferente tu proceso de trabajar? ¿Cómo fue diferente hacer esto por primera vez? ¿Cómo cambió? ¿Cómo lo hacías antes? ¿Cómo lo haces ahora?

GA: Creo que uno de los mayores retos para un escritor es cómo vas a manejar el lenguaje. Por ejemplo, en Salvar el fuego no solamente usé un slang que los norteños entienden, los chilangos no, y luego un slang chilango que los norteños no entienden, entonces dices “la truck está bien mamalona”, acá dicen, “¿qué?”

DB:  Sí, usas estas cosas como medio gringo, o sea, como lo hacemos en el norte, que hablas como mitad mexa y gringo.

GA: No, no, y en la frontera, claro.

DB: Sí, a mi Héctor me tradujo todo, es de Brownsville, él me tradujo todo lo que no entendía.

GA: Entonces pues, mi trabajo es el lenguaje, el slang, de pronto quise hacer un lenguaje como alguien que tiene un manejo de lenguaje mucho más depurado, que es el de Francisco Cuitláhuac, el hermano, a tratar de que cada reo tuviera su propia voz. Esos son los retos, porque al fin y al cabo, una de nuestras herramientas es el lenguaje. Y aunque no entiendo la gramática, no entiendo las reglas gramaticales, mi intuición me hace entender la construcción gramatical. Sí me hace entenderla. No entiendo las reglas, pero sí las intuyo, no sé si me explico. Y eso me hace... La aventura del lenguaje para un escritor es muy importante. Y yo siempre he tratado de que el lenguaje sea... Explorar el lenguaje en todas sus vertientes. Desde usar caligramas a reconstruir poemas de Borges, a tratar de hacer sentir que eres un presidiario que esté escribiendo una carta o un texto a que sientas que estás leyendo una novela del siglo XVIII. Eso es, para un escritor, creo que es muy atractivo.

DB: Otra vez, o última vez que te pregunto algo sobre esto, que es... Lo insisto porque es algo que a mí me cuesta hacer con mi trabajo, el tema de la estructura. Yo sí encontré una forma que estaba con mi naturaleza y con la que me siento que estoy fluyendo y que estoy avanzando porque ir en contra de eso y ponerle estas barreras, estructuras. Tú siempre has mencionado “yo quiero que la historia avance, quiero que pasen cosas”. ¿Qué pasa? Todo el tiempo está avanzando. Sin embargo, mi preocupación o lo que digo es... ¿No te quita el tener que pensar en qué sí va, qué no va, qué palabras tengo que poner? ¿No te quita o no te hace ahora estar pensando mucho en esta otra parte de las palabras, de la estructura esta cosa que tú decidiste agregarle contra esta cosa de...? Lo mencionaste una vez que alguien más lo decía, “cuenta, no cantes”. Aunque es al revés aquí porque el cantar sería agregar muchas otras florituras aquí. Lo haces con... Es lo que había en ese momento para trabajar, es lo que teníamos. Sí logras contar, no cantar, pero ¿no atenta contra tu naturaleza o contra tu forma de expresarte?

GA: Por eso fue el riesgo. Tratar de hacer algo que nunca había hecho. Yo jamás me había puesto reglas de ningún tipo. Era completamente libres y lo que se me daba la gana. El riesgo fue a ver si puedo contar una historia con estas limitadísimas herramientas.

DB: ¿Y de aquí en adelante va a cambiar tu forma de trabajar? ¿Ya estás trabajando en algo más?

GA: Sí, obvio.

DB: Sé que no me vas a poder decir lo demás, pero ¿qué de lo que hiciste ahora y lo que hacías antes, qué partes estás tratando de hacer otra vez? ¿Qué te gustó? ¿Qué no te gustó? ¿Qué dejarías? ¿Qué cambiarías?

GA: Yo no uso nada de lo que me gustó antes. Cada obra tiene unas necesidades específicas y cada obra te va a pedir lo que tienes que contar y la forma en que tienes que contarlo, con el lenguaje que tienes que contarlo. Yo no creo en estos escritores que encontraron su caminito y su forma de trabajar y no se mueven de ahí. Yo lo que creo es que estoy al servicio de la historia y la historia me va a obligar, ya sea a ponerme reglas o usar poemas o usar un slang. La obra manda, la historia manda. Entonces, lo que hice antes realmente no ayuda mucho en lo que voy a hacer ahora. Marguerite Duras decía “la gran tragedia del escritor es que nada te prepara para la nueva obra, ni siquiera tus obras previas”. Lo he dicho varias veces, no hay progreso en la literatura. Si hubiese progreso en la literatura, la última novela publicada sería mejor que el Quijote. Si hubiera progreso en la literatura, el último libro de García Márquez debería ser infinitamente superior a 100 años de soledad. La tristeza es que no, carnal. La tristeza es que, por más que tengas un premio Nobel encima, eso no te prepara ni te ayude a escribir nuevo libro. ¿Cuántos premios Nobel hay que, después de ganar el premio Nobel, no vuelven a hacer una obra que valga la pena?

GA: Es como las canciones. Esta canción pegó bien cabrón y luego ya desapareció el artista o el cantante. Y en tu lado personal, ¿cómo mantienes…? Tienes que vivir de algo. Tú acabas de decir en su momento, pagabas la escuela a tus hijos, de comer y demás. ¿Cómo balanceas esta congruencia contigo de decir “voy a tomar un riesgo porque lo quiero hacer, porque es parte de lo que me hace sentir, lo que hace divertido mi trabajo”, pero al mismo tiempo “confío en el proceso y que va a pasar y que va a terminar”, pero mientras, ¿qué pasa si no? Porque no es una cosa que dices, “bueno, lo saqué hoy, saco uno mañana, ya pego ahora sí, bueno, ya puedo recibir mi lanita”.  ¿Cómo callas esa voz? ¿Cómo evitas pensar en...? De plano, no lo piensas. Así, no lo piensas. Va, lo que salga va a pasar. ¿En qué crees?

GA: Yo vivo de esto. O sea, si no me compran los libros, valgo madre, no va a haber que comer, ni va a haber para comprar ropa, ni gasolina, ni nada de eso. Pero el chiste es confiar en la obra, confiar en que lo que estás haciendo, aunque es un riesgo altísimo que puede ser que se te caiga, pues si se cae ni modo. Ni modo. Por suerte, tengo una esposa que maneja bien la lana, entonces, podemos aguantar, porque cuatro años sin recibir dinero, también no te creas que está fácil, carnal.

DB: ¿No haces nada en medio? ¿Haces así como de guiones o como de...?

GA: Trato de dirigir. Trato de dirigir piezas cortas por dos razones. Una, la principal es para no perder el músculo de cine, para estar siguiendo dirigiendo y produciendo, que me encanta. No he dejado de producir. O sea, no he dejado el cine porque... Pareciera que el cine solamente es escribirlo y dirigirlo, pero ahora que produzco cine dice que no he hecho nada de cine. Oye, cabrón, produje la película que ganó el guion de oro. Estoy produciendo en Brasil. Acabo de producir la película de mis hijos. Produje una película de religión en nueve países distintos. O sea, yo sigo produciendo para no perder el músculo de cine y para que ahora que regrese a dirigir, no me agarre en curva.

DB: ¿Cómo es diferente producir que escribir? Pensando en que también cuando produces, lo haces para más gente, ¿no? No es nada más...

GA: Como productor, mi trabajo fundamentalmente es levantar el proyecto, ayudar a conseguir los fondos y guiar la parte creativa del proyecto. Por ejemplo, cuando yo produzco en Brasil o ahora que voy a producir en la India, yo reviso que la historia... Y una vez que la historia está firme, hago llamadas. Ahora, en la película brasileña, hay un actor con el que he querido trabajar toda mi vida y le llamé a este actor y le dije “oye, carnal, ahora sí podemos trabajar juntos” y por fin estoy en una película con él.

DB: Ah, sí dijo que sí.

GA: Sí, dijo que sí. Entonces hago llamadas para traer a los actores, hago llamadas para traer fotógrafos. O sea, ese es mi trabajo también, hacer que el director esté protegido.

DB: Que el director no tenga que preocuparse por todo lo demás.

GA: Que tenga un equipo sólido a su alrededor y que yo estoy ahí para ayudarlos para cualquier cuestión que se traben. No en todas las películas puedo estar presente en el rodaje. En la de mis hijos estuve todos los días en el rodaje. Llegaba tarde a propósito para que no dijeran que “claro, como estuvo Guillermo ahí…”. Yo llegaba a las 11 de la mañana y ellos empezaban a las 6 de la mañana para que no hubiera el chisme de que yo les ayudé. Pero estaba yo ahí por cualquier cosa que me necesitaran.

DB: Sí, sí, sería tonto no apoyar por lo que alguien más fuera a opinar.

GA: Para la película de mis hijos ya había terminado Extrañas. Pero aun así, yo llegaba a corregir ya las últimas partes de extrañas en las noches. Una vez… El miércoles le habló a mi editora, Mayra. Le digo “Mayra, buenas noches, ¿cómo estás? ¿Qué crees? Tengo unas correccioncitas y le quité unas cuantas páginitas más”. “Ya está formateada, ya se va a imprenta. ¿Cuántas correcciones?”. Le dije “320”. Me dijo “estás mal de la cabeza”.  Le dije “sí, pero por eso me quieres, ¿verdad?”. “No me da tiempo de meterlas”. “No, no, no vas a hacer eso, no estoy trabajando en balde”. “Guillermo, vamos imprenta mañana”. “Ándale, ándale, es por el bien de todos nosotros”. Le quité ocho páginas todavía antes de irnos, todavía le estuve quitando páginas y todavía estuve haciendo correcciones porque... No, y si me dan otros dos días, vuelvo a encontrar algo.

DB: ¿Hoy lo vuelves a ver y dices...?

GA: No, no, hay dos cosas que se me fueron. Se me fue una cosa que es imper... Dos cosas que son imperdonables.

DB: ¿Las puedes decir?

GA: No. ¿Cómo te voy a decir, carnal?

DB: Pues no sé, pues no sé, es que la gente que escucha esto va a decir, ¿cuáles son? Tenía que preguntar aunque me digas que no.

GA: Es una cosa de expertos. Porque me dijo un experto, este gran experto científico es mi hermano mayor, Carlos, “eso que estás diciendo no sucedía”.

DB: “¿Por qué no me dijiste antes, güey?”

GA: Porque no leyó la nueva...

DB: ¿No se la diste?

GA: Sí se la había dado, pero no la había terminado y ahí venía. Pero ni modo. Esa es una y otra es un error de estilo imperdonable. Nadie se va a dar cuenta más que yo, pero basta con que me dé cuenta para decir “qué pendejo cómo se me fue esto”. Pero obvio, voy a hablarle a mis editores a decirles “tengo un cambiecito que hacerles, me van a mentar la madre”.

DB: En la conversación pasada decías “aprende a conciliar, no a conceder”, y no tuvimos tiempo de hablar más sobre eso y quiero saber que me explicas qué significa eso para ti.

GA: Mira, conceder significa empezar a hacer cambios a tu obra que rompen en el sentido de la obra que tú estás haciendo. Y la intención... Yo nunca he hecho cine como guionista en ese sentido. Yo no hago una guía para nadie. Yo no soy un escribano de nadie. Yo escribo una obra autoral que tiene unos temas... Cualquiera que lea mis novelas, mis libros de cuentos y las películas se da cuenta que están completamente unidos por bases comunicantes y por temas. Yo no puedo traicionar eso. Hay un momento en que dices “te escucho, entiendo tus preocupaciones, haré estos cambios porque me parecen lógicos, este ya no, ya no porque ya no es la obra que yo quiero”.

DB: ¿Tienes un ejemplo de qué tipo de cambio no harías? Para ser más concreto y no tan... ¿Qué tipo de cambio sí afecta estos principios que tienes?

GA: Mira... A ver... No puedo hablar...

DB: Puede ser ficticio, puede ser como darme un ejemplo de...

GA: Estaba pensando en un ejemplo real, pero no puedo porque tengo un contrato con una televisora americana y no puedo hablar de eso. Pero tuve que renunciar. Hasta aquí llegué. Este cambio ya rebasa lo que yo puedo hacer. Los escuché porque soy alguien que escucha e intenta los cambios y los concilio y a veces digo sí y no, pero esto ya rebasa lo que quiero hacer. Sobre todo en cine. ¿Me explico? Ahora, por ejemplo, te voy a dar un ejemplo. En un país querían editar Salvar el Fuego y me dijeron, “¿sabes qué? Quita toda la tercera persona”. Le dije “no hay manera”. “Es que está contando lo mismo”. “Parte de la novela es que estoy contando el mismo hecho desde distintas perspectivas”. “Pues si no lo quitas, no lo publico”. “Pues no lo publiques. No lo voy a cambiar. Punto”.

DB: Come caca.

GA: No come caca, pero no lo voy a cambiar. O sea, la novela está escrita así a tres voces y así es. “Es muy larga para la traducción”. “No se publica, punto, ya. Bye. Adiós. Chao. Arriverderci”.

DB: ¿Tú eliges quién lee en audio libro tus novelas?

GA: Sugiero quién.

DB: Casi todos son Javier Poza.

GA: Sí, es que Javier Poza perdió su virginidad de narrador de audio libros conmigo. Y ya... O sea, es bien infiel el cabrón. Ya se fue a narrar no sé a cuantos otros.

DB: Yo lo descubrí.

GA: Yo lo descubrí y ahora anda ahí con cualquiera. Se presta con cualquiera. No es cierto. Javier, si me escuchas, eres una pistola. Tú sabes que te quiero, carnal. Es un gran narrador. Me parece que es un gran narrador. Y me parece que también tiene un pasado familiar semejante al mío y hay ese entendimiento también. Y pues los pelones también nos entendemos, carnal. Hay una cosa de ser calvo. Hay algo que solamente un calvo entiende otro calvo.

DB: ¿Y eso sería un deal breaker? ¿Si te dijeran “no, queremos otra voz, queremos una voz fresca, creemos que si ponemos a un influencer a leer tu libro en audio libro vamos a vender más”.

GA: No, no me importa. Siempre y cuando la voz que lo haga vaya de acuerdo. Porque hay de pronto voces que dicen “y entonces entró el personaje…” Cuando hablan así no lo soporto. ¿Sí me explico? O sea, cuando quieren darle como una cosa dramática… No. Javier no, Javier lo lee con mucha prestancia, por ejemplo. En Salvar el fuego estuvieron tres grandes actores. Adriana Paz, Noé Hernández y Jorge Jiménez más Javier Poza, y esos tres actores pues la neta son unos actorazazazazos, O sea, ¿voy a decir que no?

DB: También mencionaste aquella que platicamos que tú siempre supiste que querías ganarte la Copa del Mundo…. Dijiste el Premio Alfaguara y...

GA: No, cuando yo era chico quería ganarme los siguientes premios: la Copa del Mundo, el Oscar, Cannes.

DB: Ok, y dijiste “yo desde el principio dije que quiero ganarme eso”, pero en esa conversación que tuvimos dijiste “hubo un momento que medio perdí el rumbo, pero lo retomé” y no hablamos de eso.  ¿Qué pasó?

GA: No, lo que pasa es que en un país tan desigual como éste, tan injusto, con tanta miseria, dices ¿cómo puedo colaborar de manera más activa para luchar contra estas injusticias? La respuesta la tiene… Porque García Márquez también se planteó lo mismo. Y te das cuenta que también a través de los libros puedes luchar contra eso, ¿me explico? No necesariamente el activismo político y social es la única manera de resolver eso.

DB: ¿Llegaste a pensar en meterte a temas políticos?

GA: Sí, pensé en un momento muy breve, pero muy breve. Muy, muy breve. Luego dije “no, espérate, carnal, ¿qué estás haciendo?”

DB: ¿Hiciste algo particular para empezar a meterte en eso? ¿O nada más fue pensar?

GA: No, empecé, pero no. No, no, no. No quiero ni hablar del tema, porque la verdad no vale la pena. Pero me doy cuenta que también los libros son una forma de diálogo. Mira, el arte nunca va a dar respuestas. La política sí tiene que dar respuestas, la ciencia sí tiene que dar respuestas, el arte no tiene que dar respuestas. El arte lo que tiene que hacer es la capacidad de formular preguntas. O sea, la función del arte es que te preguntes cosas, no darte la respuesta, como tiene que hacerlo la política y la ciencia. El arte hace las preguntas y las preguntas van en un nivel en que ni la ciencia ni la política pueden hacerlas, que es el nivel de cada persona.

DB: Como la conciencia de cada quien y la moral.

GA: Y creo que en este mundo que cada vez es más políticamente correcto, el arte se está convirtiendo como en el último refugio, el páramo de resistencia más fuerte de contención frente a esto. Es la única oportunidad que tenemos de seguir confrontando, rasgando, punzando, cuestionando, criticando. Y por eso en muchas ocasiones a lo largo de la historia se queman libros. Porque molestan.

DB: Porque quieren cambiar palabras.

GA: Perturban. Y ahorita que estamos viviendo en tiempos… Que realmente es una clase social muy pequeñita la que tiene este discurso. Tú vas con los campesinos y platicas de esto, te dicen “¿qué wey? ¿qué chingados estás diciendo? Vas y te dicen “vete la verga con esas chingaderas, estos temas me valen madres”. Es un grupo muy chico pero muy ruidoso. Muy moralino. Y vivimos en esta cosa de lo políticamente correcto, de lo muy represivo. Es que los fascistas solo están buscando una excusa para ser fascistas. Cualquier pretexto es bueno para ellos. Cualquier pretexto. Lo que quieren hacer es simplemente acallar al otro. Les encanta la represión. Al moralista le encanta la represión. Le encanta decir “mi visión del mundo es la única que vale”.

DB:  La intención en teoría va desde un punto positivo, me imagino, de estas personas, en su mente. ¿Cómo se contrapone eso? O sea, ¿cuál sería la forma, desde tu punto de vista, más adecuada para entonces sí poder generar un cambio real o un movimiento en la cultura?

GA: Mira, creo, insisto que lo que se debe hacer… Para empezar, no debes de someterte nunca como creador a tratar de dar lecciones de moral. Cuando me dicen “¿cuál es el mensaje que quisiste dar?” Ninguno. Yo solo quiero contar una historia. “Pero tienes que dar un mensaje”. No quiero dar mensajes. ¿Quién soy? No soy predicador ni nada. Yo solo quiero contar una historia. Pero al contar una historia, obviamente las historias tienen detrás de sí cuestionamientos de muchos tipos. Políticos, morales, éticos, sociales, individuales, etcétera, etcétera, a pesar de la historia. Cuando yo daba clase, les decía a mis alumnos “nunca traten de ser profundos cuando cuenten una historia”.  “¿Pero por qué?” Dije “ustedes cuenten una historia. Si ustedes son profundos, la historia será profunda, si ustedes son superficiales, la historia será superficial, si ustedes son políticos, la historia será política, pero no carguen a la historia con pesos que no va a soportar porque se va a doblegar la historia”.

DB: Como artificial. Como decir “bueno, ahora voy a incluir algo que hable sobre tal cosa”.

GA: Es que los lectores se dan cuenta. Me acaban de hablar de un libro, no voy a decir cuál, en donde el autor está contando una historia y de repente quiere hacer como un panfleto feminista. Entonces saca algo que no tiene nada que ver con la historia. Ah, pero era importante discutir el tema porque es lo que está en boga. Entonces…

DB: Como cuando las películas ponen a fuerza a un actor que no va pero por cumplir con algo. ¿Sientes que es similar? Como decir “ok, pues es una historia sobre tal, pero como ahorita se necesitan actores con este perfil de color de piel o perfil, metámoslo aunque no vaya tal cual con la historia por tal de cumplir”. Va por ahí.

GA: Sí, y hablar un discurso. Es que imagínate que yo interrumpa un libro para hablar un discurso sobre lo que yo creo. Y ya estás cargando la historia de algo que no debe. Los lectores se dan cuenta y se lo saltan.

DB: ¿No sería como pensar que el lector es pendejo? ¿Que no se va a dar cuenta solo o que no va a entender?

GA: Los lectores son inteligentísimos.

DB: Ajá, por eso… Por ejemplo, aquí tocas muchos temas que incomodan, que hacen dudar “¿yo que hubiera hecho en esa situación?” o tal. Y no necesito que me pongas tú ahí un texto que diga “si estás en esta situación…” porque sería esto, asumir que no me di cuenta que estás planteando este cuestionamiento.

GA: Claro, es que yo quiero que la historia se cuente sola. Punto. Y ya. No quiero ideologizar.

DB: Es una línea muy delgada entre lo que me dijiste hace un ratito. “Decidí que hay una forma distinta de cambiar o intentar cambiar mi entorno a través de contar historias” a “yo solo quiero contar la historia y ya”.

GA: Pero hay que contar la historia que tienes que contar. Ya te dije, la historia te elige, no elijes tú a la historia. Tú cuenta la historia. Obviamente tu historia va a estar salpicada de los temas, de todo lo que está en el aire. Tú no puedes aislarte del mundo en el que estás. Todos esos temas van a infiltrarse como la humedad. Y ahí van a estar estos temas. Por más que te quieras salir de ellos, ahí van a estar estos temas. Pero no ideologizar. Hay temas que a mí me encantaría hablar. Por ejemplo, soy cazador. Me encantaría de repente parar y hacer una defensa de la cacería. A la mitad de un libro.

DB: Un paréntesis. “Entonces, por cierto, cazar…”

GA: Sería espantoso. A mi juicio sería espantoso y no lo voy a hacer. O hablar de mi ideología política, imagínate. Yo creo que... No, no, no. Paso. Paso sin ver.

DB: Hablando de cuestionamientos. ¿Crees que en algún punto...? No voy a spoilear lo que dice aquí, pero ¿crees que en algún punto se vale o está bien romper con las normas de tu trabajo, como lo que dicen que es tu profesionalismo, pensando en un psicólogo, en un doctor, sobrepasar lo que dice que se debe de hacer por un bien mayor? No sé si me estoy explicando...

GA: Sí, sí, porque aquí estamos hablando de medicina. Y medicina es uno de los ámbitos donde el riesgo en un individuo puede beneficiar a millones de individuos. Pero ¿cuál es tu responsabilidad? ¿Los millones de individuos o el individuo? Sobre todo en el siglo XVIII, que era el comienzo de la medicina, este tipo de experimentos, de medicinas que si veo cuáles son los resultados pueden beneficiar a millones o realmente me preocupo por curarlos. Son cuestiones que se hacen…

DB: A ver, en el libro pasado platicábamos de ¿salvas la biblioteca llena de libros de Shakespeare o al bibliotecario? y tú me decías “siempre voy a salvar al bibliotecario”. Yo creo que es una persona y eso vale mucho más, una vida que todo lo demás. Aquí está muy cabrón porque es diferente. Es una vida contra otra vida o una misma vida con...

GA: Ese es un dilema que los médicos se han venido haciendo por mucho tiempo.

DB: ¿Y en tu cabeza tienes algún tipo de respuesta hacia esto? Me causa mucha angustia.

GA: Es que son planteamientos éticos. Creo que mis historias, no sé por qué ellas traen, yo no se las pongo, ellas traen cuestionamientos éticos. Y este es uno de los cuestionamientos éticos. ¿Salvas una vida? ¿O arriesgas en esta vida para salvar la de millones? Es como decir “voy a inyectar a este individuo esta sustancia cuya sangre me va a permitir crear un plasma que va a salvar a millones, pero él se va a morir”. ¿Qué haces? ¿Con quién es tu compromiso? ¿Con el futuro o con el presente? Es una cuestión en la medicina y también hay algo muy fuerte en los médicos. ¿Hago lo que el paciente me pide o me quedo con mi propia decisión? Y muchas veces el paciente dice “si no lo haces va a haber consecuencias muy serias”. ¿A quién le doy gusto? ¿A mi ética o a las necesidades del paciente?

DB: Es un poco a lo que me refiero. “Mi ética dice tal cosa o mi juramento como tal dice una cosa”. ¿Se vale romper ese juramento, incluso si la persona me dice, te voy a decir una estupidez, pero “me voy a morir sin probar la morfina y es algo que es mi último deseo y tú eres el único que me lo puede dar”.

GA: Mira, te digo, yo no tengo las respuestas. Insisto, el papel de novelista es formular preguntas y que las respuestas las den... Que haya una invitación al… Lo que más me ha gustado ha sido la respuesta de los médicos a esta novela. Se sienten vistos y sienten que la novela toca temas a los que se enfrentan todos los días.

DB: ¿Tu hermano qué sintió? ¿O qué te dijo tu hermano?

GA: Mi hermano no trabaja con seres humanos. Mi hermano trabaja con animales. Es veterinario. No es un veterinario de perros y gatos, es un veterinario que puede enseñar a pequeños productores, ejidatarios y demás a mejorar el rendimiento de lo que dan las vacas, cuántos litros puede dar una vaca y mejorar eso para que los campesinos tengan un mejor nivel de vida. Pero hay amigos suyos médicos que sí le han escrito han dicho que sí se plantean problemas éticos a lo largo de la novela. Éticos en varios sentidos, no solamente en el médico. Por ejemplo pueden ser un poco bobos: “¿me quedo con esta persona aquí?, quizá va a sentir cautiva pero protejo su vida o lo dejo irse donde lo más seguro es que lo asesinen”. ¿Qué haces? ¿Te quedas con esa persona y la cuidas aunque ella se sienta atrapada o la dejas libres con la certeza que lo más probable es que la maten?

DB: O como un animal, a lo mejor decir “¿suelto este animal en el bosque y lo van a matar o que viva más tiempo si está en cautiverio?”

GA: Exacto. Eso es lo que quiero que pase con mi novela. Que los cuestionamientos que tú te estás haciendo se los haga quien los lea. Repito, no soy yo el que lo hace. Es la historia.

DB: Cuando la historia te presenta estas preguntas a ti, ¿qué tanto le das vueltas a lo misma cosa?

GA: La historia se está dictando a una velocidad a la que yo no puedo ni siquiera preguntarme.

DB: Me refiero, por ejemplo, a esta pregunta que acabamos de hacernos. ..

GA: Esas preguntas me las hago siempre después. La novela va a un ritmo brutal. Es que te lo juro, es un tipo que está aquí y una tipa que está acá y me están diciendo “escribe esto, escribe esto, la escucho a ella, lo escucho a él, la escucho a ella, la escucho a él. Dale, dale, dale, termina, termina, corrige, haz esto”. No me da tiempo ni siquiera yo preguntarme los cuestionamientos de estos personajes. Porque si me los empiezo a hacer me voy a estar un mes dándole vueltas. Yo soy un contador de historias. Nada más soy eso. No pretendo ser otra cosa que un contador de historias. Que las historias traigan dentro de sí cuestionamientos de cualquier tipo, te lo juro que no están en mi intención narrativa. Se dan de manera sola.

DB: ¿Crees que el lector tenga que tomar una decisión sobre estos cuestionamientos?

GA: Depende.

DB: ¿Se vale no decidir?

GA: Mira, en Salvar el Fuego una de las cosas más interesantes es la cantidad de mujeres que me dijeron “después de leer el Salvar el Fuego decidí divorciarme”. No te puedes imaginar cuántas mujeres me dijeron que eso les provocó salvar el fuego. O incluso hombres que me dijeron “después de leer el Salvar el Fuego decidí divorciarme”. Que entre pandemia y entre que “tengo al tipo este, estoy leyendo este libro, me estoy dando cuenta que este personaje es idéntico al que está narrado en la novela, yo no quiero pasar el resto de mi vida con este señor”. O gente que dijo “mi vida es aburridísima”. Algo que me emocionó mucho es que varias personas me dijeron “después de leer el Salvar el Fuego quise ser escritor y estoy escribiendo y renuncié a mi trabajo y voy a ser escritor”. Y dices wey, eso es cosa de ellos. A mí me hace muy feliz que la gente tome decisiones de su vida.

DB: O sea que tome decisiones, independientemente de si es buena o mala, que tome decisiones. Hay cartas que me han enviado que me han conmovido. Te voy a dar ejemplos de una vez un tipo que me escribió, si no mal recuerdo estaba en Suiza, me dijo “tengo cáncer terminal, tengo tanto de vida y he elegido tu libro como el último que voy a leer”. Ah cabrón. Es tipo de cartas que te dejan… Luego me llegó una carta de Francia de una chavita que me dijo “después de leer tu libro decidí que es momento de perder mi virginidad”. Y otro tipo que me escribió desde la cárcel en Brasil, que propulsó que escribiera Salvar el Fuego, es el bibliotecario de la cárcel tal en Brasil y su libro favorito es El Búfalo de la Noche, porque los libros hacen que aunque esté uno en la cárcel se sienta uno que vive en libertad. Este tipo de cartas, ahora este tipo de mails o mensajitos que me dan después de la presentación de un libro, son los que te hacen sentir que vale la pena escribir.

DB: Sí, los atesoras más que a lo mejor el premio o lo que sea... ¿Cómo le corresponde a la gente así? O sea te llegan un montón, y me da la impresión de que… En Twitter, por ejemplo, veo que alguien pone y te cita y dices “muchas gracias por leerlo y tal”. ¿Cómo le haces a esa escala?

GA: Pero mira, es que hay veces que te rebasa, te conmueve al nivel que quedas completamente rebasado porque nunca te das cuenta de qué forma va a ser leído tu libro Cuando un libro mío… Ahora me escribió, me pasó un mensaje a una chava que me dijo “tu libro me salvó en un momento clave, leerlo me ayudó a sobrevivir”. Es que hay cosas que dices ¿cómo tomo que le haya salvado la vida a alguien. Porque hubo gente que dice “sí me salvó la vida porque ya me quería morir” y dices “ay cabrón, entonces todas las horas que le invertí al libro valieron la pena porque a una persona le ayudé a sobrepasar un momento difícil de su vida”.

DB: Pero en el sentido de salud mental, ¿cómo evitas que esto te…? Porque también te llegan historias trágicas o incluso te dicen “me salvó la vida”, pero no sabes si el siguiente año recayó lo que sea o sé que has trabajado mucho con personas con síndrome down o con historias de gente que te van llegando y te vas quedando, ¿qué haces para de pronto separarte de estas personas, de estos pensamientos, de estas historias que te están llegando y no dejar que tu vida de pronto sea pesada, y no pesada de “me desespera”, sino de “lo siento tanto que…”

GA:  No, no, mi responsabilidad está muy acotada. No soy un psiquiatra, no soy un psicólogo. Soy un novelista que se siente muy conmovido por ese tipo de respuestas, pero yo no puedo darle seguimiento ni clínico, ni personal ni sentimental a las personas porque si no termino por entrar en un ámbito que ni siquiera sé si cuento con las herramientas necesarias para una persona en una situación crítica. Hay veces que le digo “mira te recomiendo y te doy aquí este teléfono, es un amigo mío psicólogo”.

DB: ¿Pero eso siempre lo has hecho o lo tuviste que decidir en algún punto?

GA: No, no, siempre lo he hecho, desde que doy clases, desde que doy clases y cada que veía que un alumno o una alumna tenían un problema, que me contaban sus problemas y demás, yo siempre trataba de orientarlos con quien consiguiera las herramientas más adecuadas y profesionales, un trabajo muy serio en la salud mental como para intentar creer que tú puedes resolver problemas cuando no estás entrenado para eso. Y aunque tengo una especialidad en psicología, no tengo una carrera en psicología y mucho menos una carrera en psiquiatría no me atrevo ni a diagnosticar ni a dar ni a dar terapia.

DB: Hay otra pregunta más existencial pero que me viene de lo que leí. ¿Se puede callar alguna voz que tengas en ti? Pensando en... A veces tenemos estas dualidades de “es que me gusta esto y me gusta esto otro” o “me gusta escribir pero me gusta enseña”. ¿Se puede realmente decir “extirpo esta parte de mí o este lado para solamente enfocarme en una cosa” o siempre se está viviendo en esto y venir?

GA: No, no, o sea, voy a repetir, vivo una vida muy privilegiada, vivo lo que más me gusta, hago lo que más me gusta, no tengo horarios que entro a las 9 y salgo a las 5, voy a lugares increíbles, hago cosas con mi familia, la película que hicimos de manera familiar. Ahora que estuve aquí en la película que me asocié con argentinos, tenían una imagen completamente distinta de mí.

DB: ¿De tu personalidad?

GA: Sí, pensaban que yo era todo serio, todo torturado y demás. La neta soy muy desmadroso y me la paso poca madre. Creo que nunca he tenido… He tenido momentos tristes pero no soy una persona ni depresiva. Es dificilísimo que me enoje.

DB: ¿Sí?

GA: Que yo me enoje está cabrón, está cabrón que yo me enoje, no soy un tipo explosivo. Es más mis socios…

DB: Siento que está peor, que eres de los que duele más de tu parte que te decepciones de alguien.

GA: No, fíjate por ejemplo, ahora que estamos haciendo la película mi socio argentino “me dijo me asombra tu ecuanimidad para los problemas”. Dije “es que aprendí una lección muy importante en el cine: no busques al culpable del problema, sino al que te lo pueda solucionar, si estás buscando al culpable vas a perder mucho tiempo”. Si esa persona repite varias veces “es un problema”, pues sí te das cuenta que es un problema, entonces ya tomas la decisión sobre la persona que lo ocasiona, pero hay veces en que es tal la velocidad del cine que si gastas tiempo en buscando quién es el culpable y enojándote y dando de gritos, perdiste valiosísima media hora del tiempo de las 150 personas que están haciendo la película entonces mejor a ver ¿cuál es el problema? ¿quién me lo puede solucionar? ¿Para qué me enojo? Realmente de veras cuesta mucho trabajo que me enoje. Mucho. No hago ley del hielo ni “me decepcionaste”, nada de esas mamadas. Si no me gusta algo te digo “¿sabes qué, carnal? No me gusta esto que estás haciendo, me parece una mamada, ¿qué onda?” Pero no hago ni ley del hielo ni castigos ni me hago el interesante ni la víctima ni “si me buscas me encuentras”.

DB: ¿Qué te hace exaltarte? ¿Hay algo en la vida que te hace sentir exaltado si eres tan así ecuánime en todos lados?

GA: Hay dos cosas: que me despierten y el tráfico. No sé por qué toda la gente maneja tan mal menos yo, que es lo que todo el mundo piensa. Pero realmente no, es muy difícil que me enoje.

DB: ¿Qué es lo que más disfrutas de la cacería?

GA: Más que disfrutar… Es que es un rito muy poderoso. Es un rito sagrado. Cuando me dice “matas por deporte”, esto no puede ser un deporte. Estoy quitándole la vida a un ser extraordinario. Cualquiera de los animales que cazo, desde una codorniz a un venado, son seres extraordinarios, todos, y quitarle la vida a un animal no es un juego, no es una diversión, no es algo banal, hay un sentido de vinculación con la naturaleza como es la naturalez.  Cada vez que alguien pone en mi Instagram o Twitter “vean como los animalitos son amigos”, yo pongo un video donde los leones se están comiendo vivo un ñu. La naturaleza no es no es, como dicen los gringos, cute, “mira qué bonito”. Es bien dura la naturaleza. La cacería te da humildad, te da un sentido de pertenencia porque dices “pertenezco a esta naturaleza”. Estábamos hablando ahorita en la comida con mis hijos, la mayoría de la gente no sabe de dónde viene su comida. Le preguntas a alguien “a ver, ¿cómo crecen los melones? ¿En árboles? ¿Dónde crecen las sandías?” No tienen idea.

DB: En la tienda, en el super.

GA: No tienen idea, no tienen idea ni siquiera de donde viene su comida, mucho menos cómo funciona un celular, cómo funciona un avión. Cuando tú cazas, cierras círculos. En una sociedad donde vivimos tan alienados que no sabemos nada de lo que usamos, no sabemos dónde viene nuestra comida, yo sí sé de dónde viene mi comida y peor aún, yo sé lo que sufre mi comida, yo sé lo que significa el dolor de matar un ser de este tamaño.

DB: ¿Te duele?

GA: Puta, cabrón. Hay veces que digo “no voy a tirar, no voy a soportar la culpa de matar a ese animal”. O sea, no te creas que es así de “jaja, maté un venado”. No, es “maté a un venado”, pero al mismo tiempo, con la culpa viene el sentido de que así es la vida. Yo cazo con arco y flecha nada más. Para cazar con arco y flecha en Coahuila no puedes arrastrarte como en otros lugares porque está muy bajo el monte y porque está muy espinoso. Tienes que sentarte a esperar. A mí me toca ver varias muertes por día: la garza que se come un pescado, el halcón que mata una paloma, el gato montés que mata un ratón, el coyote que se come una liebre. A cada rato me toca ver muertes. Y luego vienen los veganos y me dicen, con un aire de moralidad, de superioridad moral “yo no mato animales” y luego ves el bosque chingón y cómo llegan los trascabos a darle en su madre y ves todos los animales que los trascabos dejaron muertos en el camino, conejos destripados y demás, y eso para ellos no es muerte y no se dan cuenta que están sentados sobre un trono de sangre. Esta ciudad era un lago hermosísimo donde había patos y demás que destruimos para crear una ciudad. Estamos sentados en un trono de sangre y el cazador lo que hace es que no pone en otras manos el proceso de muerte, lo pone en las propias. Y no es divertido, no es banal. A mi… Déjame terminar la idea, perdón que te interrumpa, a mí a veces me dicen “no entiendo cómo puedes cazar”. No entiendo cómo no puedes tú cazar, porque si cazaras entenderías muchas cosas”. Si cazaras entenderías que no vuelves a dejar un pedazo de carne en el restaurante. Nada de “ya estoy satisfecho, lléveselo”. Yo siempre digo “espérate, ese animal lo sacrificaron, perdió la vida para que tú comas, ¿cómo vas a mandarla a la basura? O el camaroncito del cóctel, porque a ese camaroncito lo mataron para que comas. Llévatelo a tu casa, pero ese camarón es una vida que se perdió para que tú comas, no puedes irse al bote de la basura. Ni la vida de un camarón ni de un ostión ni de un pescado ni de una res, nada se puede tirar. Entonces, si tú cazas empiezas a darte cuenta de que tienes que respetar mucho más a los animales, y es una paradoja. Cuanto más cazo, más amo el mundo animal, más lo respeto y más lo quiero preservar.

DB: ¿Por qué hacerlo si duele?

GA: Porque va a doler de todos modos. El que yo no lo vea no significa que no hay dolor. Yo me como mis zanahorias pero no significa que para comer a zanahorias tuve que tumbar un bosque. Simplemente estoy evadiendo el dolor y permitiendo que los otros sean los que lo causen y el dolor te permite ser más humilde al respecto.

DB: ¿Dónde esto de abrir los ojos que tú tienes al estar haciendo la cacería se puede traducir a la vida de cada quién? Decir que esto duele pero hay que hacerlo o esto me aterriza. Porque veo que mucha gente evitamos el dolor en todas las cosas. “No quiero ir al orfanato a ayudar a niños porque se siente feo y prefiero mandar dinero o prefiero otra cosa”.

GA: Es que tienes que tener un sentido de que las cosas tienen que enfrentarse, y si bien sí me provoca el dolor de causar la muerte de un animal, por otro lado entiendo que así es, que alguien lo va a hacer. Cuando me han criticado, yo por lo menos como un animal que pudo huir y no uno que estuvo encerrado toda su vida en un dos por dos, y la mayor parte del año como lo que cazo y por lo menos se puede ir ese animal, y con el arco más todavía, porque cuando tú cazas con arco, los animales están muy cerca y abrir el arco es tan aparatoso el movimiento que en el 99% de las veces se van, es todo un movimiento de los brazos que se espantan. Y yo creo que aquellos que juzgan la cacería deberían de ir un día de cacería. Yo he llevado así gente que dice “odia la cacería” y cuando van de cacería dicen “ah cabrón, esto no es lo que yo pensaba, esto es bastante más complejo de lo que yo creía”. Y en un mundo que tiende a simplificar, porque las posiciones moralistas simplifican el mundo, es un mundo…

DB: También hace más fácil poder operar, poder avanzar en el día a día sin tener que detenerme a “esto es bueno, esto es malo, esto está bien, esto está mal”.

GA: Claro, pero un psicoanalista brillantísimo austriaco llamado Igor Caruso escribió un libro que se llama La separación de los amantes, y se pregunta por qué los amantes, no los amorosos, un hombre casado con una mujer que no es su mujer, se tiene que separar, el profesor que anda con alumna se tiene que separar y demás, decía “la moral es absoluta, pero la vida es relativa”. Y te digo, los fascistas siempre usan el pretexto de la moral para imponer visiones simplistas que les convengan a su propia forma de ver el mundo, y su propia forma de ver el mundo es controlar al otro para que el otro no hable, para que el otro no se exprese como no quiero yo que se exprese. Creo que son, en el fondo, controladores, gente muy controladora que usa las buenas causas para simplemente imponerme al otro.

DB: ¿Qué opinas tú del hacer un mal pero por un bien común?

GA: Pues depende que mal hagas y depende cual sea la consecuencia del bien. Lo repito, le inyectas algo en un individuo que se va a morir pero cuyo suero o plasma va a resultar benéfico para millones de personas, esa persona obviamente te va a decir “es la única vida que tengo, no friegues, no me la quites”.

DB: Te lo pregunto pensando… Hablando de esto de la gente moralina lo que está bien, lo que está mal, ¿hay algún lugar donde se pinta una raya de lo que está mal está mal y lo que está bien está bien? ¿O siempre hay matices? ¿Se justifica que haya hecho esto por el otro? Esta mujer que metieron a la cárcel porque mató al esposo pero el esposo la violaba y tal, ¿se pinta una raya en algún punto?

GA: A ver, te lo voy a voltear. ¿Tú que piensas?

DB: No, yo no sé, a mí me cuesta mucho, a mí me deja tranquilo si tú me dices que “tengo una respuesta”.

GA: Claro que no hay una respuesta. Por supuesto que no hay una respuesta porque cada situación es distinta y cada situación es compleja y lo mejor es entender la complejidad de cada acto. Lo más barato es decir “esta respuesta”. El mundo es complejo y eso es lo que trata de hacerla literatura, resaltar la complejidad del mundo, resaltar las complejidades de las situaciones. Hay gente que me dice “pero es que no debiste haber hablado bien de los criminales, los humanizas”. Mi trabajo no es juzgar criminales, mi trabajo es presentarlos como lo que son. Punto. Yo no estoy diciendo “es que eso está mal”. No está ni mal ni bien. El bien o el mal júzgalo tú. Como novelista, mi obligación es presentar la complejidad y las sutilezas y las paradojas y las contradicciones de la naturaleza humana, porque si algo te enseña la naturaleza como cazador es que está llena de contradicciones y paradojas.

DB: Hablando de contradicciones y paradojas y un poco esta relación con lo que tú crees o con esta intuición o incluso de si tú puedes hacer algo que ocasione que algo pase más adelante y cosas de fantasía y demás, ¿tú en qué crees? Cuentas que el papá de Marina fallece a las 3 semanas de que se entera. Tiempo después pasa una historia similar con tu vida. ¿Es mera casualidad? En tu entender del mundo y de las cosas, ¿es como una especie de premonición ¿No tienes relación con nada? ¿Es una simple coincidencia? ¿Cómo lo interpretas?

GA: Son coincidencias. No soy creyente, soy ateo. Por lo tanto, no creo que haya designios universales de nada, ni del mundo ni de ninguna divinidad. Es una concatenación de hechos fortuitos que crean casualidades. Por ejemplo, cuando te dicen del karma o “te va a castigar diosito, es el karma”, no creo en esas cosas. No creo en dios, menos en el karma, “vas a quedar castigado por el karma y la vida”, no. Alguna vez me preguntaron que cuando yo me despertaba en las mañanas cuál era mi objetivo y te lo juro, mi objetivo es ser la mejor persona posible y ayudar lo más que pueda a los demás. Ese es mi objetivo de todos los días. Porque me decía alguien que era creyente “pero es que si no tienes la vigilancia de dios, ¿quién supervisa tus actos?” Pues yo, carnal. “Son nihilistas los ateos”, al contrario, somos humanistas. En lugar de estar viendo para otro lado, estamos viendo de frente, al que tienes enfrente de ti, tratar de que su vida sea mejor.

DB: ¿Crees en algo así como el destino? De “yo me planteé que quería ganar esto y lo gané eventualmente”.

GA: No, obviamente no. no creo en el destino. Creo en lo fortuito de las circunstancias. Son casualidades. Punto

DB: ¿En tu día a día o en tu vida de pronto te dan bajones emocionales?

GA: Nunca. Yo creo que mis papás… Porque ni mis papás ni mis hermanos eran depresivos, creo que tenemos Prozac porque no somos depresivos. Obviamente cuando murieron mis padres, fue un golpe brutal, pero ellos mismos me enseñaron a darse un tiempo para el duelo. Nunca los voy a olvidar, me entristece cabrón no tenerlos en mi vida, pero me enseñaron a seguir adelante. obviamente esas situaciones te rompen el alma. La muerte de mi padre, de mi madre. Fue durísimo y hay gente que me dice “sí, pero por fortuna los tuviste hasta tal edad, a mí se me murieron mis papás cuando tenía 18”, sí, pero yo tuve 40 años más que tú de quererlos, 40 años más de estar presentes en mi vida, entonces esa ausencia pesa muy cabrón. Hay un tiempo para el duelo, hay un tiempo para recordarlos con tristeza, pero no para detenerte, ni para deprimirte, ni para bajonearte, entonces no soy alguien que se bajonea, creo que sí tengo Prozac en la sangre.

DB: Me llama mucho la atención esto que mencionas porque me pareciera que vives tan intensamente tus emociones y hablas de decirle a la gente que la amas y que la quieres, y a veces nos da miedo sentir tanto que luego nos va a lastimar, pero igual también lo mencionas con los animales, con todo. Me llama la atención como sentir tanto y al mismo tiempo no dejar que los sentimientos te detengan o te hundan o te abrumen y no sé si alguna vez te has puesto a pensar sobre por qué pasa eso, porque nunca evitas situaciones, no eres de evitar una situación incómoda, no eres de evitar un sentimiento. ¿Se va generando esta piel dura conforme más enfrentas?

GA: No es piel dura. No es una cuestión de dureza, no es que yo me haya hecho duro, es que no voy a perder mi tiempo en ni victimizarme ni lamentarme. O sea vámonos para adelante a lo que sigue, vámonos a lo que sigue, eso no tiene que ver con la dureza. Mira te voy a contar algo reciente. Acabo de ir a Francia a presentar Salvar el fuego. Yo estaba en una cena y de pronto empecé a sentir un dolor en el abdomen de la chingada, un dolor durísimo y dije “puta madre este dolor está cabrón”, y les digo “me disculpan” y empiezo a vomitar y empiezo a vomitar y empiezo a vomitar y vas para el hospital, carnal. Piedra en el riñón, que duelen como su madre. Y le dije a mis editores “yo soy un profesional, no puedo firmar libros porque si me gana el vómito no quisiera vomitar, pero voy a ir a los eventos que tengo comprometidos”. Y a pesar del dolor y salía corriendo a vomitar, procuré cumplir, carnal, y no victimizarme de “me duele y tráiganme un doctor”. Vámonos. Vine aquí a un trabajo y vamos a cumplirlo. Y me dolía… No sé si alguna vez has tenido piedras en el riñón.

DB: No, pero conozco gente cercana que he tenido y que es un dolor…

GA: Duele… Yo he tenido, ya tuve hace muchos años, es una coincidencia, duele un montón, duele un montón, te lo juro que duele un montón, pero ¿qué gano con victimizarme? ¿Qué gano con lamentarme? Entonces no es que tengo una coraza dura es que ¿qué gano? Hay gente que le encanta victimizarse, es su zona de confort, se sienten felices. Entiendo que la depresión puede ser una cuestión bioquímica contra la cual nadie se puede resistir y eso es una cosa completamente aparte, pero estas personas que les encanta victimizarse, porque la victimización es la situación cómoda. Cuando estudié psicología me acuerdo que mi maestro de psicopatología dijo “la neurosis es recorrer siempre el camino equivocado porque es el que conoces y es preferible a uno nuevo que no conoces”. Y como la libido, como el yo por tratar de gastar la menos energía libidinal prefieres ir a lo seguro, lo que ya conoces, la victimización es algo que ya conoces y es algo que a mi… No fui educado así. Mi padre, con uno de los cánceres más dolorosos, te lo juro, estaba en el cáncer más duro que puede haber. Para empezar, nunca le gritó a una enfermera, ni mi madre ni mi padre. Fue “señorita, tengo mucho dolor, ¿sería usted tan amable de traerme una pastilla?” Cuando los dolores de cáncer son insoportables. Nunca gritó, nunca perdió el buen humor. Todavía dos, tres días antes de morir estaba planeando viajes. “Hijos, no me puedo morir porque tengo muchos planes, tengo un evento de no sé qué, tengo un evento de no sé cuánto”. 94 años y planeando eventos a dos días de su muerte. Dije “pa, pero es que tienes cáncer”. “No tengo tiempo para pensar en la muerte. La vida es más importante que la muerte. A mí me va a agarrar haciendo cosas”. O sea, si tengo ese ejemplo, como ¿para qué? Pero insisto, no tiene que ver con dureza

DB: Entiendo lo que dices, pero es difícil ver con qué tiene que ver… Es decir, “pues si eso no es dureza, entonces ¿qué es?”

GA: Un amor por la vida, carnal. Un deseo de que las cosas salgan bien, un deseo de ir para adelante, pero eso no tiene que ver con dureza. A mí la muerte de mis padres me devastó, la de mi madre hace poco me devastó, y me devastó en pandemia y no poder ir al velorio de tu madre, que se la lleve una ambulancia para que la cremen y no tuviste tiempo… Sentí que la traicioné, cabrón. Y es una cosa horrible ese sentimiento de que traicioné a mi madre porque no la acompañé, pero también eran las circunstancias y no puedo estar todo el tiempo lamentándome. Me pesa y me va a pesar toda mi vida, pero no me va a paralizar y eso no tiene que ver con dureza.

DB: ¿Cuál ha sido una de las lecciones más memorables que te han dejado tus padres?

GA: Esta. “Échale para adelante, carnal”. Y en mi familia la prepotencia, la soberbia, son cuestiones a las que nunca se le puede dar cabida. Mira, que digan que mis libros son buenos o malos... Que digan que tuve un hijo prepotente, un junior prepotente, soberbio eso sí me rompería el corazón, eso sí, eso sí. Yo creo que mis padres si hubieran tenido unos hijos prepotentes se hubieran sentido fracasados.

DB: ¿Cuál ha sido uno de los peores consejos que te han dado lo hayas seguido o no?

GA: Yo creo que todo consejo tiene un valor y en todo consejo hay que ver qué virtudes tiene, no simplificar hay consejos que te dan y, bueno, hay momentos en los que son útiles, hay momentos en los que no son útiles. No hay un consejo que tú digas “ese consejo que me dieron está mal” porque no está mal, y la gente que te aconseja por lo general lo hace de buena voluntad, es buena voluntad porque le sirve para él, entonces hay que entender en qué circunstancia puede servir ese consejo y en qué circunstancia no te puede servir ese consejo.

DB: Bueno, te lo voy a voltear ¿hay algún momento en el que te hayan dado un consejo que sí hayas seguido? O sea que en ese momento te haya hecho sentido y que haya sido un muy buen consejo.

GA: Sí, muchos. Hay uno que siempre me ha sido útil que me dijo mi papá. Cuando bajes una ladera o una cuesta, no bajes de frente, baja de lado”. Eso ha sido muy útil y puede ser hasta una metáfora. Mi madre me dijo uno: “yo prefiero un hijo feliz a un hijo moral”.

DB: Es muy ad hoc con la época.

GA: Es que hay gente muy moralista, hay gente que vive… Y fíjate, es que la gente que tiene morales muy estrictas termina siendo gente muy infeliz. La gente que viene de familias muy conservadoras termina siendo gente muy infeliz porque no hay plan B. El plan A es eres así o así y no es cierto. Como dice Caruso, “la moral es absoluta, la vida es relativa”, entonces mis padres siempre me educaron a tener un plan B o C o D o E o F o G o H ¿no? Y yo no tuve esos padres que “¿quieres ser escritor? Hijo, déjate de tonterías y ponte a estudiar”. No, al contrario, era “a huevo, vas con todo, carnal”.

DB: ¿Qué escribías antes de escribir tu primer libro? Porque de los 23 a los 28 más o menos escribiste tu primer libro.

GA: Sí, pero ya vivía de escribir desde mucho tiempo antes. Empecé a vender cuentos infantiles y reportajes y demás para n periodiquito de novedades. A los 14 años escribí una obra de teatro. Siempre quise ser escritor.

DB: ¿Qué opinión tienes que poca gente comparte contigo?

GA: ¿Qué opinión tengo? Pues no sé, la verdad. La cacería me ha traído muchos detractores, pero cuando hablo con ellos y les explico y los llevo, cambia su perspectiva.

DB: ¿Qué es algo que la gente no sabe de ti y que si supiera se sorprendería?

GA: No te lo voy a decir aquí, carnal. No, no sé. Pues lo que te, digo que nunca me enojo. Siempre estoy de buenas. Vivo muy feliz. Porque después de que ven lo que escribo han de decir “este wey está cabrón, se va ha de meter quién sabe qué”, la mayor parte de la gente cree que soy no sé, un tipo muy torturado y para nada, soy super alivianado, muy desmadroso, muy alburero, soy bien alburero.

DB: ¿Qué te da miedo? ¿Hay algo que te da miedo en la vida?

GA: Sí, que le pase algo a la gente que quiero, es lo que me da miedo. Sí soy un papá un poco “hijo, ¿dónde estás? Mándame tu ubicación, cuando agarres el Uber toma fotos de las placas y dime cómo vas”. O sea, sí soy eso

DB: Libro, película, documental, serie que haya marcado un antes y un después en tu forma de ver la vida o entender el mundo. No tienen que ser todas.

GA: El padrino 2. Me hizo pensar que había una forma distinta de hacer cine la vi solo en una sala, antes me gustaba mucho ir solo al cine cuando era adolescente, pero aquí tenía como 18, 19 años y me fui solo al cine y la vi. No podía creer lo que había visto. Y como me metí en esos cines de permanencia voluntaria, me la volví a echar, 7 horas de estar sentado ahí, no podía creer lo que había yo visto. No podía creer la magnitud de lo que había visto. Leer a Borges, a Rulfo, a Faulkner, a Sor Juan Inés de la Cruz, también dices “ay wey”. Me acuerdo cuando leí El sonido y la furia, de Faulkner. Está cabrón. Esto rebasa cualquier forma de ver la literatura. Me ayudó a tener confianza en mí mismo, porque yo escribía de manera muy caótica y el sonido de la furia es… Faulkner era el rey del caos. yo creo que tenía deficiencia de atención porque… Rulfo. Dices “¿cómo puede ser que un tipo escriba así? Borges también, un monstruo Borges. Shakespeare, Esquilo, Sófocles. Cuando entré a la secundaria en esta escuela nueva que fui a dar después de que reprobé, la materia de teatro era obligatoria y era increíble porque tenía que leer a Shakespeare y a Esquilo y tuvimos que hacer Edipo Rey, montar Edipo Rey, tienes que leer a Calderón de la Barca y todos estos, montarlos, no solamente leerlos, montarlos era increíble. Shakespeare si me dejó muy impresionado. Martín Luis Guzmán, Eugenio Montejo, el poeta venezolano.

DB: ¿Qué es lo que más te marcó, por ejemplo, de él?

GA: El mundo giró para acercarnos, giró sobre sí mismo y a nosotros para poder, por fin, encontrarnos como estaba escrito en el Simposio”. Todo lo que tiene que pasar… Es que todas las concatenaciones para que todas las personas se tienen que encontrar, no solamente como pareja como amigos, como enemigos, “el mundo giró sobre sí mismo y giró en nosotros”. Luego dice “un gallo cantó miles de siglos antes de conocernos y el canto de ese gallo rompió todo el orden del mundo para que por fin las circunstancias nos unieran”.

DB: ¿Qué te divierte? ¿Cómo echas desmadre? ¿Qué haces con quién? ¿Dónde haces actividades de ocio?

GA: Tengo pocas actividades de ocio, la verdad. Lo que sí puedo decirte es que los domingos soy como gringo, carnal. Me apoltrono a ver el fútbol americano y veo cuánto partido se me pone enfrente.

DB: ¿Pero eres también de fiesta o juntarte con gente?

GA: No, nada de fiesta, nada de fiesta. Mi plan más chingón es irme con mi mujer, a veces con mis hijos, vamos al cine, luego vamos a cenar. Eso es mi reventón. No fui a un antro… Por primera vez fui a un antro los 40 años y fui porque me llevó una persona que quería que fuera que lo acompañara.  

DB: Así como convences a la gente de ir de cacería te convencieron de ir a un antro.

GA: La verdad no fue algo que me llamara la atención, nunca fui de antro de chavo, de bares, no bebo alcohol entonces… Era muy callejero, eso sí.

DB: ¿En qué sentido?

GA: Pues me la pasaba en la calle desde chavito, mucha coladerita, jugar coladeritas.  Hacer deporte todo el día, eso me encantaba hasta que tuve un accidente en un partido de basquetbol y se acabó mi carrera deportiva.

DB: ¿Qué te pasó?

GA: Me tiró un chavo de broma, un grandote, media como 2 y cacho, pesaba como 50 kilos más que yo, me brincó de broma, me pegó en el pecho, caí de sentón y bye. Me tuvieron que operar, ponerme fierros y demás pero antes de eso jugaba cualquier cosa, fútbol, tenis, squash, voleibol de playa.

DB: ¿Y ya no haces deporte?

GA: No, ya no tengo… Porque cuando te ponen estos fierros empieza a haber un ligero movimiento en la rodilla, entonces las rodillas se van jodiendo, pero bueno, me encantaba jugar lo que fuera, lo que fuera. Me gusta el deporte, no me gusta el ejercicio, no sé si me explico la diferencia. Correr detrás de una pelota, lo que sea, correr así nada más… ¿Jugar water polo? 10 horas, ¿nadar? No, ni madres, qué hueva.

DB: Tengo dos dudas más. ¿Lección más importante que te han dejado tus hijos?

GA: Es que son tantas que no sé cuál escoger. Pero la lección más importante es que hay algo más, valga la redundancia, hay algo más importante que tú y son ellos. Y que la construcción con ellos, no siempre por el hecho de ser padre e hija o padre e hijo está garantizada, que es algo que se tiene que procurar a menudo. Y si de algo me siento orgulloso, de esto sí me siento orgulloso es que tanto mi hija como mi hijo me cuentan todo, y cuando digo todo es, todo, todo. No hay cosas que yo sienta que mi hija no se sienta en confianza de platicarme, cuando digo todo es todo.

DB: Bueno, qué te puede sorprender después de leer tus libros, “que le cuente yo algo va a ser una cosa equis.

GA: Sí, cuando me dicen “¿y qué opinan tu mamá y tu hija?”, que están poca madre. El otro día me decían, se casó mi hija, hicieron una boda muy chiquita, y me dijeron “¿te vas a vestir de pingüino?” Pero ni en drogas. “¿Y si te lo pide tu hija?” Eduqué a mi hija precisamente para que no me pidiera ridiculeces como esas, y esa confianza, eso me enseñaron mis hijos, que la confianza se gana y es un trabajo de todos los días y que no hay nada como estar presente. Hay algo que le llamo yo el efecto J. Cuando mis hijos eran chiquitos, mi hija tenía muchas dificultades cuando era muy chiquita para hacer la J, y ¿sabes qué? El día que pudo, estuve ahí. Y cuando mis amigos me dicen “tengo hueva, voy a la fiesta infantil de mis hijos” dije “cabrón, ve a las que te inviten porque luego las vas a añorar una por una y aprendes a valorar más el tiempo con la gente que quieres porque nada está garantizado”, entonces son de las muchas cosas que te enseñan tus hijos. El efecto J es muy importante, estar ahí cuando tus hijos tienen un logro por muy pequeño que sea, pero estuviste ahí, lo pudiste celebrar con ellos.

DB: Eso me pegó duro, están mis hijos en Monterrey…

GA: Lo sé, también yo viajaba mucho. Mira, si algo me alegra es que en ninguna de las filmaciones… A ninguna persona se le ocurre llevar a sus hijos a una filmación, pues ahí estaban mis hijos.

DB: ¿Qué edad tenían?

GA: Desde chiquitos, desde 8, 9 años en Amores Perros. Santiago, mi hijo que quiso ser fotógrafo y le fotografiaba a Sean Penn y a Naomi y a Rodrigo y a Alejandro y todos, y hubo un momento que me dijo “oye Sean Penn le pegó un fotógrafo ¿me pegará a mí si le pido una foto?” Le dije a Sean “te quieren hacer una pregunta” y a Sean le daba mucha risa. Y Mariana cuando vio el poschoque de Amores Perros estaba muy impactada, entonces han estado también presentes, he estado yo presente en lo suyo, han estado presentes en lo mío, y hay algo que aprendes con los hijos, que es más importante la calidad que la cantidad. La calidad es fundamental, la calidad de tiempo que les das, la calidad para escucharlos, no se trata simplemente de estar con ellos, se trata de estar y crear una relación con todos ¿no? Tu mujer, tus amigos, tus hijos.

DB: Tengo una duda sobre este tema de los hijos, porque ya sabes que cuando tienes hijos todo el tiempo estás pensando en ellos, pero ¿cuándo decides mostrarles la realidad del mundo y cuándo protegerlos? Ejemplo estúpido, pero cuando mi hijo tenía dos años fue a la casa una paloma muerta ¿no? y entonces es como “que la vea” o “la quito antes de que salga nomás para que no la vea y evitarme ese tema de ‘ah, es que se murió y tal’”. Ese tipo de detallitos son medio estúpidos.

GA: Son hijos de Guillermo Arriaga, carnal.

DB: Por eso te pregunto a ti.

GA: Nunca los protegí. Lo que tocó ver, esto es así es, o sea, nada de estarles ocultando la realidad nada de nada, nada, no los vamos a proteger de nada porque es la realidad ¿no? No creo que sobreproteger a los hijos ayude en nada, no creo que estarlos evitando que vean una paloma muerta… “Pues así se muró una paloma y pues me voy a morir yo y así como está la paloma muerta voy a estar yo y vas a ver un cadáver igual al mío que el de la paloma, entonces ve sabiendo cómo son los cadáveres desde ahorita”.

DB: Ya no van a tener preocupación por la paloma y va a ser “¿te vas a morir tú?” Así ya valió madre.

GA: Hasta cuestiones sexuales ¿no? O sea, nunca hubo un “no, de eso no se habla”. Claro que se habla, por supuesto que se habla.

DB: ¿Y del otro lado? El tema de la disciplina, el tema de la exigencia, es decir si una vez llegaron y dijeron “no, es que ya me quiero salir de esto”, ¿es “ok, no lo hagas” o “te conviene, hazlo”? Como dónde es sí y donde es no.

GA: Te voy a decir una cosa:  a mis hijos nunca los dejé ganar.

DB: ¿Nunca los dejaste ganar? ¿Cuándo jugaban contigo a algo y así?

GA: No, cuando jugábamos luchitas yo no dejaba que mi hijo me ganara, jugábamos water polo los hundía yo por tal de meter un gol… Adivina quienes salieron competitivos. Porque si les dejas ganar, si premias todo lo que hacen ahora, esta cosa de que “hay que premiar a todos los niños porque…” No, no. Cuando tú escribes un libro y sale al mundo, nadie dice “ay, Guillermo se esforzó dos años en…” Me escriben unas cosas que digo “no mames, ta cabron”. Yo puedo poner todo mi esfuerzo, pero el New York Times o la gente que te critique no va a tener la menor piedad, entonces ¿por qué enseñarlos a la condescendencia de “los voy a dejar ganar para…” Reforzar su autoestima no significa dejarlos ganar, significa que cuando te ganen de verdad, es porque te ganaron de verdad. Me acuerdo cuando… Yo con mi hijo siempre jugué luchitas, nunca lo dejé ganar y el día que me ganó casi me mata el cabrón. Me dijo “tómala, cabrón, te chingué, wey”. Me dejó sin hablar porque me hizo una llave que aprendió en krav maga y no podía hablar del dolor de tráquea que me hizo, pero se lo ganó, ¿me explicó? Y hay que enseñar que la gente se gana las cosas y yo lo hice con mis hijos, les permití que “ay, me ganaste, qué gran futbolista eres”. Chíngale, cabrón. Y el rigor, el rigor es la palabra clave, la palabra clave en este negocio es el rigor. Ellos saben que es el rigor, son gente muy rigurosa, son gente que se desespera con la falta de rigor de los demás, muy desesperados con la falta de rigor, se dan cuenta de inmediato quien tiene el rigor y quien no tiene el rigor. Sin rigor no avanzas. Punto. No hay avance sin rigor

DB: Última pregunta. De todo lo que has vivido, tanto en lo personal como en lo laboral, has tenido un montón de aprendizajes. Si tuvieras que quedarte con tres aprendizajes que quisieras tener siempre presentes ¿cuáles serían?

GA: Son muchos.

DB: Tres cosas que tengas siempre presentes y que digas “siempre tengo que regresarme a esto”. La vez pasada sí me la contestaste.

GA: ¿Cuáles son las que te dije?

DB: Me dijiste lo de conciliar y no conceder, el tema del rigor y el tema de no perder esta humildad y siempre… Tú me contabas que ibas a todas las producciones y te aprendías el nombre de toda la gente, esos son los que dijiste. Dame otra cosa.

GA: Usa tapones para los oídos, sobre todo cuando vas a disparar un arma o un antro, usa tapones para los oídos, no te confíes porque no hay nada peor que la tinitus. Lávate los dientes, cabrón, que no hay nada peor que estar chimuelo, yo no estoy chimuelo por suerte porque siempre me lavo los dientes, pero que se hagan limpieza de dientes y demás, la neta, porque esas cosas nadie te las dice y luego está cañón. Ya sé que soy el peor para decirlo, pero cuida lo que comes la neta, y más así como de… Es que…

DB:  No es de a fuerzas.

GA: Sueno que puedo hasta ser como de autoayuda, carnal. Pero para la gente que escribe…

DB: Porque no estoy pidiendo consejos para otra gente, a ti cosas que te aprendiste. o sea que tienes siempre presentes.

GA: Termina lo que empiezas, sobre todo cuando estás escribiendo. Termínalo. Tú no puedes crear una obra si no la terminas, y luego algo que hace mucho daño, que aprendí que no debo de caer en ese juego, que te juzgas demasiado duro, y hay una regla que aprendí desde muy, muy temprano es uno escribe lo que puede, no lo que quiere, entonces mientras más rápido asumas que vas a escribir lo que puedes, no lo que quieres, mejor escritor vas a ser. Sí, claro cualquiera quisiera ser Dostoievski, Joyce, Sor Juana, Marguerite Duras, Margarite Yourcenar, pero no puedes. Asume que eso eres. Punto. De verdad esto me parece importante, porque sé que hay quienes te escuchan que quieren ser creadores. Hay que asumir el jugador que eres, el escritor que eres, el director que eres, el papá que eres. Muchas veces también hay padres que tienen “no es que yo…” Maestro, sé el papá que puede ser con tus hijos. Punto. Te la pasas chingándote para darles de comer como madre, como padre, no solamente los padres, pues ese fue el que te tocó, ni modo. Y los hijos tienen que aprender que ese es el papa que les tocó.

DB: ¿Cómo es diferente esto a conformarse o a ser conformista y decir “pues esto es lo que escribo, lo que puedo”?

GA: Una cosa es conformarse y otra cosa es paralizarte por eso. No te estás conformando, simplemente no te estás paralizando. Soy el escritor que puedo ser, pero con todo el rigor reescribo, reescribo, reescribo, reescribo tratando de ser mejor del que puedo ser ¿no? Pero estoy en paz con el que soy, ¿sí me explico? Porque si no te vuelves loco, te vuelves loco. Hay un amigo mío, un gran escritor que siempre quiere escribir obras y le están saliendo novelas muy light, muy como de autoayuda y demás, hasta aquí. Está en paz consigo mismo: “estas son el tipo de novelas que hago, se venden a pasto y son el tipo de novelas que puedo hacer, voy a tratar de que sean lo mejor posible dentro de lo que yo puedo hacer y voy a hacer todo mi rigor para que sea lo mejor posible”, pero no te tortures. Te voy a dar un ejemplo de fútbol: Sergio Ramos sabe que no puede ser Messi, pero dentro del defensa central rudo que, es se entrena cabrón para ser ese central, ¿sí me explico? Porque como jugador de fútbol imagínate, si no soy Messi, entonces me voy a agüitar. Nada más que un equipo de fútbol sin un defensa central solvente no va a ningún lado. No seré Messi, pero voy a ser el escritor solvente. Me encantan por ejemplo estos jugadores, voy a hablar del tenis, un jugador que sabe que es un jugador limitado y que en sus limitaciones técnicas a puro cerebro, a pura mente se convirtió, para mi quizás, en el mejor jugador de tenis de todos los tiempos, que es Nadal. Nadal se lastima mucho porque no tiene técnica, carece completamente de técnica. O sea es el rigor, el rigor, el rigor, la mente va por todo. Eso quiero ser yo en la literatura. Voy por todo voy a corregir y corregir y corregir, que es el equivalente voy por todas las pelotas. Creo que Nadal es un ejemplo de alguien que sabe el jugador que puede ser pero empuja sus límites dentro de eso para convertirse quizás en el mejor jugador de todos los tiempos.