Sept. 11, 2023

Empezar una empresa desde cero y cómo recuperarte después de perderlo todo | Javier Celaya | 304

Javier Celaya, como muchos visionarios, fue un adelantado a su tiempo y logró entender, años atrás, todo lo que se venía gestando en cuanto al cruce entre tecnología y cultura. Como suele suceder con los adelantados, fue criticado en su momento, pero más de una década después, el tiempo le ha dado la razón. Con un Máster en Relaciones Internacionales, Javier tiene alma de emprendedor y se dedica a ayudar a empresas a incursionar en el mundo hispanohablante. En este episodio hablamos sobre cosas como empezar una empresa desde cero, poder elegir empleadores y perderlo todo y recuperarse.

Javier Celaya es un autor español que ha publicado varios libros y estudios enfocados principalmente en la tecnología y la era digital. Es fundador de dosdoce.com, un portal especializado en detectar y analizar tendencias relacionadas con el mundo de la comunicación y las nuevas tecnologías. 

Javier también es licenciado en Dirección de Empresas por el Boston College y tiene un máster en Relaciones Internacionales por la Universidad de Columbia en Nueva York y ha asesorado a empresas como  Microsoft, Motorola, Adobe, entre muchas otras.

Te dejamos este enlace para complementar el episodio:

Página de Dosdoce, portal fundado por Javier 

 

Esta obra marcó la vida de Javier:

 

 

 

4 datos sobre Javier:

  • Es originario de Bilbao pero estudió desde muy joven en Estados Unidos
  • Su proyecto Dosdoce ha publicado más de 40 estudios sobre el uso de las nuevas tecnologías en diferentes ámbitos del sector cultural
  • Estudió Dirección de Empresas por en Boston College y tiene un Máster en Relaciones Internacionales por la Universidad de Columbia en Nueva York
  • Ha asesorado a compañías como Microsoft, Motorola y Adobe

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DEMENTES Podcast: @dementespodcast

Diego Barrazas: Instagram & Twitter

 

 

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Transcript

Diego Barrazas: Javier, bienvenido a DEMENTES, gracias por tu tiempo. Es un gusto tenerte aquí conmigo. Me llamó mucho la atención la primera vez que platicamos donde me contabas tu modelo de negocio, si lo pudiéramos llamar así, tu modus operandi de ir por el mundo descubriendo tecnología, descubriendo nuevas oportunidades, viendo cosas que están pasando. Y luego decir “ok, esto tiene potencial y en lugar de tener que empezarlo de cero, yo voy a involucrarme con ellos y te ayudó a abrir la puerta en otro espacio, en su momento Storytel, Podimo, no sé cómo le digas, no creo que sea diferente como decimos tú y yo, pero, o sea, más o menos lo has hecho y me da mucho la atención y quería saber, partiendo por ahí, cómo llegaste a ese esquema de trabajo, o sea, qué te hizo llegar a esa forma de trabajar y decir, puedo hacer eso, no tengo que ser quien... Porque a la vez estás empezando de cero, pero no al cien por ciento, entonces, tiene beneficios y contras y te mantiene todo el tiempo buscando nuevas cosas. Quiero no más entender cómo llegaste a este esquema de trabajo.

Javier Celaya: Bueno, en primer lugar, muchas gracias por invitarme, es un placer estar aquí conversando. Y llegué, por así decirlo, derivado de otras decisiones que tomé anteriormente en mi vida, o sea, no fue algo planeado. Sí es verdad que la esencia del trabajo que hago es puro emprendimiento y desde siempre, aunque soy economista de formación y luego me especialicé en relaciones internacionales, el emprendimiento siempre ha sido el eje en mi vida. Empezar proyectos de cero con ese reto de algo que apuestas por ello y que te lanzas me estrella muchas veces y afortunadamente los últimos tres proyectos, Podimo, Storytel y anteriormente Bookwire, son grandes éxitos. Pero he llegado a ese modelo, como tú dices, de irme a ferias, festivales internacionales, la próxima semana me voy a Londres, donde voy a investigar tendencias, a escuchar a gente, a aprender, a curiosear, a hacer mucho pasillo, como digo yo, a que me presenten gente, a presentarme yo a gente, y de ahí detecto algo que todavía nuestros mercados en América Latina y en España aún no ha llegado, o sí, pero de otra manera, y veo que hay un potencial de negocio, entonces me acerco a esa empresa y les digo “¿cuáles son vuestros planes de expansión en los mercados en español?” Normalmente no lo tienen planeado, son empresas que, y como bien sabemos, el mundo anglosajón, o los países nórdicos, o Alemania, son mercados más solventes y empiezan por allí. Pero si ya han empezado por allí, como buena empresa quieren crecer y una de las cosas que tenemos a nuestro favor en el mundo en español es la ventaja competitiva que tenemos de un idioma que hablan 500 millones de hispanohablantes, con todos nuestros acentos y todas nuestras singularidades. Y eso nos da una ventaja en el mundo empresarial muy, muy grande. Hay tres grandes idiomas internacionales, el inglés, el chino y el español. El inglés es muy competitivo, el chino ya sabemos lo difícil que es entrar en ese mercado por diferentes motivos y queda el español. Entonces me he especializado en eso, en traer empresas internacionales, ayudarles a entender América Latina y España y el mercado hispano de Estados Unidos que ahora sí, pese a que sí, sigue siendo un reto, puede haber también un gran negocio, les ayudo a montar la empresa, a crear el equipo, a crear el catálogo, a lanzar el servicio. Y cuando el niño anda solo, que normalmente es el segundo o tercer año, yo me salgo, que cada vez me cuesta más.

DB: Te iba a preguntar también de eso.

JC: Sí, cada vez me cuesta más y me embarco en el siguiente proyecto.

DB: A ver, quiero desmenuzar muchas cosas que estás mencionando. De entrada, ¿cómo convences a esta gente para que quiera hacerlo contigo? Lo segundo, y te lo voy a recordar, pero que sepas que lo segundo es ¿cómo abandonas un proyecto donde dices “bueno, me estoy dedicando, aunque sean dos o tres años?” Pues es tiempo, esfuerzo, recursos, paz mental, algo para luego decir, “bye, adiós”. Y cómo es también el... Porque desde afuera puede sonar fácil, ah, pues ya existe la empresa, entonces nada más vengo y la monto aquí, que a veces es peor, me imagino. Lo que yo veo es, si tú haces tu empresa de cero, a nadie le tienes que dar explicaciones de nada y si fracasa, bueno, pues muy mal, fracasó. Acá es, convencí a gente de que yo soy la persona que les puede ayudar a montar algo nuevo acá y entonces tengo que intentar hacerlo más, hacerlo que funcione en ese mercado, a lo mejor no haciendo caso a lo que ellos quieran hacer con tal de que sí funcione. Y como que al final pueden o no gustarles y puedo quedar mal o no, como que este es el doble riesgo, para luego al final otra vez, adiós, y me embarco en un proyecto. Entonces todas estas cosas, si las has pensado, me gustaría ir como empezando, es pensar poco a poco.

JC: Empecemos por el principio, cómo los convenzo y... Es un proceso también de 20 años. Dosdoce es mi empresa. Yo creé mi empresa, en marzo del año que viene, va a cumplir 20 años. Dosdoce, que es el prefijo telefónico de Nueva York, 212. La señora Carolina Herrera me hace una publicidad...

DB: Te lo copió.

JC: …cada vez que saca sus colonias y demás, que yo encantado. Entonces, al principio, como cualquier proyecto que llega al mercado, tenía en ese momento 40 y picos años, tuve que picar mucha pala y crearme un nombre, crearme una reputación, porque al final mi trayectoria profesional de todos estos proyectos que he han tenido éxito y los que no, porque ha habido muchos aprendizajes, en algunos casos me adelantan los tiempos, en otros casos la tecnología no era la adecuada, en otros casos se quedaron sin dinero a mitad de camino, bueno, cómo pasa con muchos de los proyectos empresariales. Pero bueno, tengo una trayectoria que es mi principal aval. Entonces, cuando yo me acerco a estas empresas, les indico lo que he hecho para otras empresas que puede ser del mismo sector, el sector audio, pero yo he trabajado en libros electrónicos, también he trabajado en comercio electrónico. Y lo que ellos ven en mí es un fuerte conocimiento de ambos mercados, de América Latina y de España y del mercado. En Estados Unidos he vivido 20 años, entonces, es que...

DB: Ojo, te voy a interrumpir porque también quiero saber una cosa. Estamos hablando de cómo los convences, pero también cómo tú decides si quieres trabajar con ellos. Es una cosa más. O sea, antes de llegar a picharles y decirles “oye, quiero que trabajes conmigo”, también me gustaría tocar eso de cómo decides tú quién sí y quién no.

JC: Vale. Eso, afortunadamente, yo ahora, como Antonio Banderas o como cualquiera de estos grandes creadores, yo elijo con quién trabajo. Y esto es una virtud que me la ha ganado. Yo soy el que toca en la puerta de esa empresa y les ofrezco mis servicios. Anteriormente he tenido que tragar mucho. Igual que todos, he tenido que hacerme mi carrera y he trabajado para muchos proyectos que profesionalmente no me interesaban, pero me pagaban la hipoteca y aprendía, y en algunos ni aprendía. Y además he tenido de todo tipo de jefes y de colegas, gente admirable, que siguen siendo amigos, y gente que me he olvidado porque era gente tóxica. Pero todos hemos tenido que pasar por eso. Entonces, afortunadamente, ahora sí, en mi carrera profesional, yo elijo qué proyecto voy a representar. Y entonces, en ese proceso, como te comentaba, de que yo salgo a buscar y encuentro estos proyectos, me acerco y en ese acercamiento, normalmente, hasta puede haber gente que nos conozca y nos presente, y si es un acercamiento en frío, me avalo enseguida, afortunadamente, con todo esto de internet, enseguida se ve de dónde vengo, qué he hecho y demás. Y entonces, ese es el proceso, que yo me acerco y me presento y selecciono el proyecto que quiero.

DB: ¿Pero en qué criterio te vas para seleccionar cuál? ¿Por qué esos y no otros en otros momentos, si me explico?

JC: Bueno, una pregunta. Denominador común, cultura y digital. ¿Vale? Tecnología con cultura. Yo, anteriormente, había trabajado en grandes multinacionales en el mundo del asesoramiento estratégico. Trabajé para una compañía que hoy en día se llama WPP, con sede en Nueva York. Anteriormente trabajé también en una compañía norteamericana que se llama Commerece One, con sede en San Francisco, sobre comercio electrónico. Entonces, decidí especializarme en cultura y tecnología y cómo ayudar a los profesionales de la industria cultural, que es una de nuestras principales industrias en América Latina y en España, a entender la era digital que nos ha tocado vivir. Esto, ya te digo, fue hace 20 años. Al principio era un evangelista. Me tiraban tomates porque yo llegaba a foros, llegaba a festivales, llegaba a encuentros. Y hablar de todo esto, que hoy en día es una realidad, en aquel momento era pura teoría y, además, también con un mensaje demasiado disruptivo, demasiado transformador, que generaba mucho miedo, mucha inquietud dentro de estos profesionales.

DB: Parecido a lo que hoy hablamos de la inteligencia artificial.

JC: Exacto. Lo mismo. Que es como “ay, pero ya soy...” Esos mismos miedos, esos mismos recelos de que va a destruir, que mucha gente se va a quedar sin su puesto de trabajo, que va a destruir hasta la humanidad, ese mismo proceso pasó con la irrupción de los libros electrónicos, con la irrupción de los audiolibros, con la irrupción del comercio electrónico. Y luego lo que vemos normalmente es en esas olas de innovación que al principio hay mucho ruido, hay mucho, como dicen los anglosajones, mucho hype, ¿sabes? Luego se estabiliza, se cae en ese valle de la desilusión, es decir, no se cumple todo lo que supuestamente va a ocurrir. Y hay mucha gente, como buenos latinos “ya te lo dije yo, es una exageración, te la vas a dar, bla, bla, bla”, y luego hay algunas que ahí sí desaparecen porque se adelantan a sus tiempos o porque verdaderamente no aportan ningún valor, pero las que se quedan se transforman y cambian la sociedad y demás. Entonces, yo siempre selecciono proyectos que a mí personalmente me hagan crecer. Intento y no me he repetido en los últimos 15 años. Como te decía, he hecho comercio electrónico, luego pasé a libros electrónicos, luego pasé a audiolibros, y el último proyecto ha sido Podimo. Siempre con ese denominador, cultura, contenidos y digital.

DB: Y ahora, cuando ya llegas con ellos y les dices “eh, cáele, vamos a hacerlo juntos”, ¿qué argumentos tienes que usar? Aparte de que sea contigo, por el portafolio, por lo que has hecho, ¿cómo les vendes la idea de que hace sentido venir acá?

JC: Primero hay que demostrarles el valor que tienen nuestros mercados desde el punto de vista de potencial de consumo para ese producto. Lo último, por ejemplo, Podimo. El hecho de que ya existían podcasts en España y América Latina, tu propio podcast existía mucho antes que la llegada de Podimo al mercado de América Latina en marzo de 2021, pero el reto que tenía con el proyecto de Podimo es que existían los podcasts en nuestros mercados, pero no existían podcasts de pago. Entonces, a mí también, cuando se acercó Morten, que es el CEO de Podimo, que en ese caso él me conoció en Storytel y él vio lo que yo hice para Storytel en España y en América Latina, porque haría Storytel en España en 2017, y luego me lo llevé a México 2018, me lo llevé a Colombia 2019 y Brasil. Él vio lo que hice y cuando él se marchó de Storytel a Podimo, él fue el que se me acercó y me dijo “Javier, quiero que hagas lo mismo que hiciste en Storytel, pero me lo haces ahora para Podimo”. Y en esa conversación yo tenía dudas, y le decía “Morten, ya existen los podcasts”. O sea, el reto que teníamos con Storytel era que en nuestros mercados, hace 25 años hubo varias editoriales que apostaron por los audiolibros, porque en Estados Unidos es un formato que ganaba mucho dinero. En aquel momento, hace 25, 30 años, te estoy hablando de una tecnología, que era la cassette, que luego se transformó en los CDs. Entrabas en librerías como Barnes & Noble y tenías pasillos con audiolibros físicos que se vendían en cajas y dentro de las cajas había las cassettes y los CDs. Entonces, vendía muchísimo, pero en nuestro sector, en América Latina y en España, como pensamos que somos diferentes y que tenemos un clima estupendo y que no necesitamos estar en casa encerrados leyendo la Biblia, sino que podemos estar ahí fuera disfrutando la vida, se intentó, pero en ese momento esa editorial, que principalmente fue la editorial Alfaguara, con grandes voces, lo hicieron todo bien, con grandes voces, grandes narradores, grandes producciones, pero no cuajó y entonces, como buenos latinos, siempre decimos “fracasó y nunca jamás”, porque somos de blanco y negro siempre, ya sea fútbol, política o decisiones empresariales. Y durante 25 años nos pasamos sin desarrollar la industria del audiolibro en nuestros mercados. Cuando ya te digo que en Alemania, en los países nórdicos, en Inglaterra, en Estados Unidos, es una gran industria. En ese caso, con Storytel, lo que tuve que hacer es crear la categoría de audiolibros y lanzarla y explotarla y hoy en día, afortunadamente, gozamos a ambos lados del Atlántico de una industria bastante creciente. Con los podcast, como te decía, existía ya la categoría podcast, había muchísimos podcast, la gran mayoría han abierto y lo que se ha demostrado es que convive con un entorno ahora de podcast exclusivos, de pago, que a vosotros creadores decidís en el momento que os parezca más adecuado cuándo mi contenido está abierto, cuándo tiene publicidad, cuándo tiene Branded Content o cuándo quiero, por cualquier motivo, monetizarlo a través de una plataforma de pago y que aquellos seguidores que me aman tanto y que quieren escucharme, quieran pagar por ese contenido que sólo está en ese lado. Y ese fue el reto. Entonces, en ese caso, fue Morten en el que se acercó por la expertise que tenía, pero normalmente, como te he comentado, soy yo el que busca el proyecto que me gustaría representar y aprender, aunque aplico, por así decirlo, todo mi know-how de montar una empresa, de montar un equipo, de hacer un lanzamiento en el siguiente proyecto, siempre el siguiente proyecto tiene que tener algo nuevo.

DB: Ok, si no te emociona, no lo haces.

JC: Sí, porque si no, profesionalmente ya repetirme...

DB: Pero es más fácil, porque ya sabes hacerlo.

JC: Sí, por un lado sí, y por eso te digo que cada vez me cuesta más porque muchas veces me digo “Javier, eres tonto, ¿por qué no te acomodas? ¿Y ahora que has hecho todo ese esfuerzo?” Como tú has dicho al principio, cuando empiezas de cero, no duermes, por así decirlo, trabajas de lunes a domingo, todos los días hay un fuego que tienes que apagar, y ya cuando alcanzas esa velocidad de crucero que llega al segundo o tercer año y empiezan a encajar todas las piezas, el equipo ya se entiende, ya has pasado ese peligro de que este proyecto no va a desaparecer, que ha pasado ya esa línea de flotación, entonces yo empiezo a mirar alrededor y digo, yo ya creo que he hecho todo lo que tenía que hacer aquí y empiezo a buscar.

DB: Pero es donde puedes decir, ya puedo tener paz, ya puedo disfrutar las cosas, ya puedo nada más disfrutar de lo que construí.

JC: Exacto. Y entonces, ahí va el señor a querer sufrir otra vez. Sufrir otra vez. Ya te digo que cada vez me cuesta más y no sé si es un tema de edad que digo, y otra vez volver a empezar, pero yo profesionalmente reconozco, y yo creo que es algo que todo el mundo debe en algún momento hacer esa reflexión para qué eres bueno, porque no somos buenos para todo. Y como empresario, yo soy bueno para empezar la primera fase cero de puro emprendimiento, lo que llaman los anglosajones el setup, que es crear de cero algo que no existe y, sobre todo, crear una cultura de equipo, motivar a alguien, a una serie de personas por un intangible. Este proyecto, dentro de tres años, todo el mundo va a querer trabajar aquí. Pero tú, ahora, has dejado ese confort que tenías en la empresa donde estabas y te has querido venir conmigo, porque yo te he engatusado en el buen sentido de la palabra, te he convencido de que te embarques en este proyecto conmigo, porque el día de mañana todo el mundo va a querer estar aquí tú vas a tener el honor de ser ese equipo funcional. Al cabo de dos, tres años, yo reconozco que se necesita otro tipo de gestor. Básicamente, entre una persona que es más operativa del día a día, que lo que hace es gestionar ya procesos y hace que esa empresa ya crezca sobre esa base. Yo ahí, que ya lo he hecho cuando tenía 40 años, cuando trabajaba para estas multinacionales que te he comentado, yo ya eso ya lo he pasado. Yo he llevado equipos de 60 personas y he estado en el día a día y aprendí mucho y me dio las tablas para lo que estoy haciendo ahora, pero profesionalmente no me interesa tanto.

DB: A ver, ya te he pasado una vez que te invitaron a una empresa de empresarialidad muy bien y te quedaste con cero, ¿no? O sea, esta empresa, esta startup que fracasó.

JC: Commerce One, sí.

DB: ¿No sientes a veces un riesgo, una responsabilidad de no hacerle eso a alguien más en ahorita que mencionabas esta o cómo abordas ahora el tema de “pues voy a invitar gente, les voy a decir algún día esto va a estar muy grande, Ahorita están sumándose, confían en mí, serán el equipo fundador?  ¿No te vienen esas cosas a la cabeza?

DB: He traído gente que, sobre todo en esa primera oleada de los 90, que todos fuimos muy ingenuos, muy nuevos ricos, porque de repente hubo esa explosión puntocom en todo el mundo, donde todo el mundo se quitó la corbata y el primero…

JC: Que en tu empresa hacían fiestas y hacían cosas, ¿no?

DB: Hacíamos las mejores fiestas del mundo, fuimos los más nuevos ricos desde el punto de vista que entraba el dinero y nos lo gastábamos. También era parte del storytelling o del postureo, como se dice ahora, que si no lo hacías, no transmitías esa imagen de que te sobraba todo porque te iba muy bien. Llegamos a tener aquí en uno de los edificios empresariales más emblemáticos en la zona empresarial hasta cuatro plantas, luego tres, luego dos, luego una y todos a casa, cero, a la cola del paro, al desempleo. Fue un choque emocional y profesional muy fuerte, porque yo hasta aquel entonces había tenido un éxito empresarial en mi vida y con 40 años, verte en la cola del paro, habiendo sido director general, habiendo volado en un Concorde porque ya te digo, es que éramos absolutamente nuevos ricos, ¿no? De repente, claro, se te para el mundo y descubres que la gente deja llamarte, descubres luego todos los intereses que hay en el mundo empresarial, de compadreo, que todos quieren algo.

DB: Sí, algo de ti.

JC: Algo de ti. Y todo eso, pues, son lecciones de vida, ¿no? Que vas acumulando. Y sí, en esos proyectos me llevé mucha gente a proyectos que luego no tuvieron el éxito esperado y acabaron conmigo en la cola del paro. Y entonces ahora soy súper transparente, desde el punto de vista del riesgo que están asumiendo, también de las oportunidades que surgen, ¿no? Entonces, no engaño a nadie, si transmito mucha pasión, porque me lo creo y soy el primero.  Y además, en todos estos proyectos yo suelo tener una compensación económica que una parte es en dinero fijo y otra parte es en variable y está atada a hitos, ¿no? A hitos de resultados. Y si el proyecto no sale bien, como me ha ocurrido con muchos proyectos que he representado, pues esa inversión en tiempos y en dinero, pues no la he recuperado, pero lo he recuperado en un aprendizaje, ¿no? Pero sí, lección aprendida, soy muchísimo más transparente de los riesgos, así como también de las oportunidades.

DB: Bueno, pero, a ver, algo que me ha mucho la atención es que... Y no es como decirlo sin que suene mal, pero es que para tu edad, estás viviendo en una... ¿Sientes que estás adelantado tu tiempo? O sea, siempre has estado viendo lo que está más adelante. O sea, no es lo normal que alguien de tu edad sepa lo que sabes y hayas trabajado en las industrias que estás trabajando y además viniendo de Bilbao, ¿no? Donde, como dices, es un puerto astillero donde la conversación que existía, no era... Hoy es muy distinto, pero en ese entonces no había tanto arte o no había arte, no había tecnología, temas de innovación y demás. No era la conversación, no era lo normal. Entonces, ¿de dónde crees que sacaste tú esta inquietud, estas cosas, esta forma de ver el mundo que se me hace raro para ahí y que sé que hay conocidos tus que siguen ahí y se quedaron y nunca hicieron nada?

JC: Se lo agradezco a mis padres, el esfuerzo educativo que hicieron conmigo y con todos los hermanos, hoy somos seis hermanos, en desde pequeños hacernos ver que aunque vivíamos en la capital del mundo, porque si cualquiera de Bilbao nos está escuchando, inmediatamente decir que aunque sea una ciudad pequeña, que pensamos que es la capital del mundo, era una capital muy industrial, como estabas describiendo, sobre todo hasta los años 80, donde era acero, astilleros, carbón y esa trayectoria empresarial que ha habido siempre en el País Vasco y sobre todo en Guipúzcoay en Vizcaya, en Bilbao, forma parte de mi ADN, me viene de familia, de familia de empresarios que desde pequeño hemos creado cosas, creado empresa, yo aunque de pequeño quería ser diplomático, a mí la carrera que me hubiera gustado hacer había sido la escuela diplomática, pero mis padres, y no le echo la culpa a mis padres, de manera protectiva, como sospecho que tú también serás el día de mañana con tus hijos, quieres que tus hijos tengan una carrera que el día de mañana puedan vivir de ellos y sean exitosos, en la que sea. Y mis padres me decían, básicamente, “te vas a morir de hambre siendo diplomático”.

DB: ¿Por qué?

JC: Porque nosotros éramos empresarios.

DB: ¿Pero qué pasó con el diplomático?

JC: Cuando eres empresario, vienes de una familia empresaria, el diplomático es un funcionario y nosotros que llevamos generaciones de empresarios, de demás empresarios de comercio exterior, mi bisabuela había tenido un astillero en el que creábamos barcos y luego pasó a mi abuelo y luego pasó a mi padre y ahora el negocio lo lleva uno de mis hermanos. En ese traslado y en esa visión del negocio también fue un comercio muy internacional. Por ejemplo, tuvimos el honor de hacer el buque escuela de México, el Cuauhtémoc , se hicieron en los Astilleros de Celaya, el buque escuela Gloria, de Colombia, el de Ecuador, bueno, un montón de países. Entonces, tuvimos desde pequeño siempre una visión mucho más allá de Bilbao, muy internacional. Están muy conscientes de que todo esto fuera, había un mundo fuera y luego a los 12, 13 años...

DB: Pero es tu familia.

JC: Es mi familia, sí, por eso doy las gracias a mis padres, a mi madre y a mi padre porque entre ambos crearon, por así decirlo, un plan de formación de los hijos. Yo no creo que fuera muy pensado, pero vieron como el valor que iban a dar a los hijos, fueron chica o chico, llegaba a la edad de 12 años y mi padre, básicamente, había una parte un poco democrática, a qué país quieres ir, por así decirlo. Por ejemplo, mi hermano mayor fue a Inglaterra o otro hermano que fue a Irlanda, yo fui a Estados Unidos. Mi padre organizaba todo, organizaba la familia donde te ibas a quedar durante un año y el colegio donde ibas a ir. Y era una experiencia de choque, a los 13 años sacarte de tu zona de confort y llevarte a otro país. Yo te estoy hablando, yo voy a cumplir ahora 60 años y esto fue en 1975, donde no se viajaba tanto, donde yo de repente llego a Nueva York y me recibió una familia norteamericana y me iba a su casa. Yo tenía un nivel de inglés mediano bajo y ellos amablemente el primer día me invitaron a cenar fuera. Pero yo lo que entendí es que ellos se iban a cenar fuera y que yo me quedaba en casa. Y ellos salieron y yo les cerré la puerta de la casa y yo me quedé dentro. Y empezó la señora de la casa a tocar la puerta y yo empecé a llorar. Pues dije “malditos, acabo de llegar y se van y me dejan aquí solo”. Imagínate todo lo que... Y de repente, ¿sabes? Entraron, me lo volvieron a explicar y me estaban invitando a cenar fuera como homenaje mi llegada. Fui a un colegio donde era el único extranjero. El único extranjero y las preguntas que me hacían con la ignorancia que hay cultural en muchas partes de Estados Unidos, de que en mi país había electricidad, escaleras mecánicas, una serie de cosas. Pero lo que te hace es, desde pequeño, primero ayudarte a ver que el mundo es más complejo, vive por primera vez gente de color, de otras razas. Me acuerdo además de algo impresionante, me acuerdo del número porque de estas cosas de pequeño me hicieron rellenar un formulario al llegar al colegio. Y dentro de ese formulario había un montón de preguntas y una de ellas era ¿cuál es tu religión?

DB: ¿Tu religión?

JC: Tu religión. Yo hoy en día soy ateo, en aquel momento venía de un país, ya te digo, en 1975, España, donde aquí éramos todos católicos. Entonces yo empecé por la lista, iba a la C y no vi Catholic y levanté la mano y dije “no está mi religión”. Se armó un follón, de repente el profesor sale a la sala, llama al director, viene el director, viene otra persona, viene tal, y yo mirando a todo el mundo diciendo “es que no está mi religión”. Había 267 religiones, en España todavía seguía Franco y aquí solo había una religión, que era la verdadera, la única y la que todo el mundo tenía que rezar. En Estados Unidos se llama Roman Catholic. Yo no había llegado a la R, yo soy muy práctico en la vida. Yo fui a la C, no está la mía.

DB: Sí, católico romano, sí, sí, sí.

JC: Te abre el mundo, te abre el mundo. Todas las sub religiones que en este país no estaban ni reconocidas, afortunadamente, hoy en día hemos evolucionado mucho. Entonces, todos esos aprendizajes, que gracias a mis padres, que mi madre luego decía “qué bruta fui con todos mis hijos, soltarles a esa edad y hacerles pasar por esa experiencia”, fue duro, porque verdaderamente, tú en ese momento, tus padres siguen siendo tu referencia y tu protección. Luego ya llegan los 14 y 15 y tus padres son los viejos que no se enteran de nada y son tus amigos los que se convierten en tu gran referente.

DB: Sí, no me entienden, no saben de nada.

JC: No se enteran de la música que me gusta, no se enteran de qué tal y demás. Estás negociando todo el rato qué quieres salir más. Pero todavía a esa edad, tus padres tienen cierta autoridad. Y fueron lo mejor que me dieron, a mí y a todos mis hermanos. Y luego yo volví y mi padre volvía a ver esa fase democrática que te preguntaba si querías volver a España o querías continuar ahí. Entonces, yo tuve mucha suerte con la familia y con el colegio y me quedé... ¿Sabes? Todo el high school.

DB: Ah, te quedaste...

JC: Todo el high school, sí. Y luego, claro, estaba en el último año en el high school y todos mis amigos del colegio empezaron a solicitar a universidades. Entonces, yo en ese momento dije “bueno, voy a solicitar yo también, y si me admiten bien y si no, pues aquí en España la plaza está asegurada”. Y de repente me admitieron, me admitieron en Boston College a estudiar economics. Y entonces fueron, de repente, cuatro años más. Luego me puse a trabajar para una multinacional y luego solicité hacer el máster en Columbia University. Y ahí fueron los... Entonces, estuve desde el 75 y regresé a España en el 92.

DB: Pero, ¿por qué decidiste quedarte más tiempo? O sea, dices que el primer año fue un shock cultural y que sentiste... ¿Por qué dijiste “bueno, pues me quedo?”¿Por qué no te regresaste?

JC: Varios de mis hermanos se regresaron después del primer año. Yo me quedé porque yo tuve una buena experiencia. O sea, yo me amoldé a la cultura norteamericana. Al tercer mes estaba jugando al béisbol, que nunca había jugado aquí en España, no existía ese deporte. Aprendí el idioma muy rápido. Eso también es muy bueno, intentar aprender otro idioma cuanto más joven, para que tengas la fluidez y que no tengas un acento muy marcado. Y culturalmente yo me sentí muy libre, muy a gusto. Y entonces, pues, hice amigos y me sentía... Luego, cuando ya hice el bachillerato e hice la carrera, volví durante tres años a España a finales entre el 87 y el 89. Yo ahí cuando volví tenía veintitantos, casi 30 años. Y me costó mucho volver, porque yo me había hecho muy americano desde el punto de vista del tipo de vida.

DB: “No te entiendo. No español”.

JC: No tanto de idioma, eso no lo perdí, porque yo volvía por vacaciones, pero sí culturalmente. Y luego veía que yo había avanzado de manera de pensar y de manera de ver el mundo. Y en España, mis amigos, ni mejor ni peor, seguían yendo a los mismos sitios, a los mismos bares, haciendo lo mismo. Ya te digo, ni mejor ni peor. Yo muchas veces les admiro y digo, no se han complicado nada la vida en el buen sentido y son felices. Y yo muchas veces he tenido que sacrificar mucho de mi entorno personal para llegar a donde he estado. Te digo, son caminos diferentes. Para mí ha merecido la pena. Pero sí, esos sacrificios forman parte de todo esto que hemos hablado, de ese reconocimiento internacional que tengo, esa capacidad que tengo, por ejemplo, de expresión, que yo noto, por ejemplo, en el sistema educativo en este país, no te enseñan a hablar en público, no te enseñan a sintetizar, no te enseñan a tener un espíritu crítico. Y eso la cultura norteamericana sí lo tiene.

DB: ¿Por qué cuando volviste dices que te costó más adapatarte?

JC: Me costó porque pierdes el vínculo con la cultura del país, con el día a día y llegas aquí, aunque eres español, eres extranjero. Yo muchas veces decía, broma, que yo era de las Azores. Ni era norteamericano ni era español porque tienes otra manera de ver el mundo. Y luego llegabas aquí y la gente hablaba de temas que a mí me parecían triviales.

DB: O sea, ¿qué te gustaba a ti? ¿Qué te gustaba hablar? ¿Qué te más interesaba?

JC: En el sentido cultural, leía autores norteamericanos, que aquí se leían autores españoles. Yo veía películas y series norteamericanas, aquí se veían películas españolas. Hoy en día, los contenidos viajan más. Hoy en día, para lo mejor y peor, tú tienes Netflix en México, yo lo tengo aquí, tenemos HBO, tenemos Spotify, todas estas plataformas que nos permiten acceder a una cultura más internacional, muy anglosajona, y que nos permite tener una conversación bastante similar, bastantes denominadores comunes. En aquella época, en los 80, 90, no existían ninguno de esos puentes. Entonces, yo me había creado, me había culturizado, me había interesado, tenía unos intereses que no tenían que ver nada con lo que vivía aquí. Aquí había una movida madrileña estupenda, pero que era totalmente diferente a la movida que había en Nueva York. Y yo me sentía mucho más reflejado en la movida de Nueva York.

DB: ¿Pero sentías que tenías que cambiar cuando venías aquí a cambiar tu personalidad o disfrazar un poco tu forma de ser? ¿Nunca fue un problema?

JC: Personalmente era la misma persona. Sí desde el punto de vista de mi orientación sexual, que yo en Estados Unidos era abiertamente gay y aquí no. Aquí aparentaba que yo no era gay.

DB: ¿Pero porque tenía que ser diferente?

JC: No, culturalmente no es que hubiera un rechazo, pero sí no estaba tan abiertamente aceptado como hoy en día. Entonces, principalmente era eso, que es bastante. Y afortunadamente esta sociedad ha evolucionado y hoy en día todas las nuevas generaciones no lo tienen que hacer, aunque no es fácil todavía salir del armario, como se dice, pero yo en Estados Unidos era libre, era absolutamente libre.

DB: Y además nunca tuviste en Estados Unidos que llegar como “papá, mamá…”, simplemente eras.

JC: Sí, claro, era. Yo tenía mi vida, tenía mi apartamento, tenía mis amigos, entonces no tenía que dar explicaciones a nadie ni con quién salía, ni con quién me acostaba, ni con quién volvía. Llegas aquí, tienes un legado familiar, aunque ya te digo, la aceptación en mi familia fue maravillosa, ella es maravillosa, y en mi entorno también familiar de amigos, que yo siempre pensé si me iban a admitir o no me iban a admitir.

DB: ¿Sí tenías esa duda?

JC: Sí, siempre tienes esa duda, ¿sabes? No deja de ser una sociedad muy conservadora, no deja de ser una sociedad muy machista, afortunadamente ya te digo, hemos evolucionado bastante, te estoy hablando de los años 80, 90, y yo pensaba que iba a haber un rechazo y que iba a perder a lo mejor algún tipo de vínculo, afortunadamente no, hay gente que sí, que desgraciadamente sus familias no los han aceptado, no ha sido mi caso, ¿no? Pero quitando eso, era más mi estilo de vida y siempre, yo notaba también de la manera que vestía, de la manera que me desenvolvía. Por ejemplo, había aquí un programa que se llamaba Interrail, que tú podías viajar por toda Europa con una tarifa plana y lo hice al final porque yo con todos mis amigos de aquí de España les decía “vamos a hacerlo el próximo verano y nos vamos a ir”, porque era baratísimo, ¿no? Y siempre al final o a alguno porque le suspendían alguna asignatura en la universidad o porque al final no tenía dinero o porque al final le daba pereza, me fui yo solo. Solo y recorrí Europa, me fui a Francia, me fui a Italia, me fui a Alemania, me subí a los países nórdicos, lo disfruté muchísimo, pero me fui tres meses dando la vuelta por toda Europa y me fui yo solo. Y eso lo hice porque tenía las tablas de vivir mi vida.

DB: Claro, sabías moverte.

JC: Sí, sabía moverme. Una de las cosas, volviendo a este gran activo que nos dieron mis padres, a mí me sueltas en cualquier parte del mundo y vuelvo a casa. Te resuelven, te resuelven. Vuelvo a casa.

DB: Y hace rato dijiste que tus hermanas te hacían bullying, ¿por qué?

JC: Las quiero mucho, mi hermana Beatriz y mi hermana María, pero yo soy el tercero, está mi hermano mayor Cristóbal, luego está mi hermana María, luego yo, luego mi hermana Beatriz y luego está mi hermano Andrés y mi hermano Sabino. Sabino fue el último que nació, nació con bastante diferencia, los cinco primeros nacimos casi uno detrás del otro. Y mis dos hermanas en el medio que tienen muchísima personalidad, súper feministas y súper mandonas, bueno, me marcaron y me dieron vida, ¿sabes? Del punto de vista de que por su manera de ser, por su manera de mandarme en el buen sentido, me abrieron muchos ojos desde el punto de vista. Y con mi hermana Beatriz, por ejemplo, viví luego dos años en Estados Unidos porque a ella le tocó la experiencia esta y ella eligió Washington y yo vivía en Washington, entonces ella vivió conmigo. Luego con mi hermana María, cuando yo ya me fui a Nueva York y ya también se vino un año a vivir a Nueva York y vivió conmigo.

DB: Sí, tú ya eras el host, ¿no?

JC: Exacto, era el host. Y luego el hermano pequeño, esto fue muy curioso, mi hermano pequeño Sabino…

DB: ¿Cuántos años tienen de diferencia?

JC: Con Sabino él tendrá ahora 45, pues casi 20 años, 15 años o algo así. Y él nació, no se le esperaba, pero bienvenido. Y de repente tuvimos un hermanito pequeño y nació con una serie de problemas médicos graves, asmático, diabético, una serie de cosas. Y entonces mis padres establecieron como una especie de línea de protección, Sabino y Sabino y Sabino no tal y Sabino no va a ir a esta experiencia vital que todos habíamos vivido. Este año era obligatorio lloraras lo que lloraras. Y le tocó a él porque los hermanos, me acuerdo que nos unimos y le dijimos a nuestros padres, “este también”. Pero mis padres lo que me hicieron fue obligarme a que viviera conmigo. Pero yo encantado, porque yo en aquel momento vivía en Nueva York y vivía en un piso malísimo, por así decirlo, y me hicieron un upgrade. Era el niño pequeño y el niño pequeño no podía vivir en una zona cualquiera, yo sí, pero el niño pequeño no. Y el niño pequeño necesitaba su habitación. Y viví con Sabino durante casi dos años. Se le hizo el high school allí y luego estudió en Pittsburgh.

DB: ¿No tuvo ningún problema ya una vez que estuvo ahí Sabino de adaptarse?

JC: No, no, todo lo contrario. Los padres son superprotectores y luego cuando el niño vuela, el niño sobrevive y sale adelante y salió adelante. Y yo creo que igual que yo está súper agradecido de que le soltaran porque estaba muy, muy protegido.

DB: ¿Con las empresas pasa lo mismo cuando las sueltas? ¿Crees que avanzan solas bien o no es igual?

JC: Yo creo que sí y yo creo que todas las empresas al cabo de cinco años deberían renovar el equipo directivo porque hay mucha gente que se acomoda en su confort, que es lo fácil. Desde el punto de vista que tú ya has establecido unos procesos, has establecido una autoridad y aunque sigas creciendo lo cómodo es seguir haciendo más de lo mismo. Si haces una reestructuración y ahora te paso de este departamento a este otro departamento o a este país y demás y empiezas de cero, sin perder el talento, sin perder el conocimiento, obligas a las personas a resetearse, a aprender nuevas habilidades, a tener que demostrar a través que estar alerta, tener que demostrar que vales para lo que vales. Y yo creo que debería hacerse. Sé que con esto mucha gente no estará de acuerdo. Yo creo que es esencial.

DB: Sí, no es una opinión popular, es una opinión polémica en el sentido de mucha gente decir “¿por qué? Yo quiero hacer carrera en una empresa como pasaba mucho antes”. ¿Alguna vez pensaste en trabajar así?

JC: Yo trabajé en WPP casi diez años, yo he pasado por eso. Y cuando llegué, que también fue un título maravilloso, Managing Director del Sur de Europa, que llevaba todo el sur de Europa, desde Grecia hasta Portugal, Italia, España y demás, tenía un equipo enorme. Pero yo ahí ya noté que yo ya había hecho todo ahí. O sea, sí ya estaba viviendo, como decimos aquí, de las rentas, de mis éxitos pasados, de mis logros pasados. Tenía muchísima autoridad, tenía muchos galones. Y de repente apareció el puntocom, estoy hablando del año 97, 98. Y yo vi ahí una ventana de oportunidad personal y profesional. Y de repente dije, esto. O sea, yo ahí sí vi esa luz que dije “esto es lo que verdaderamente estaba buscando sin saber qué era lo que estaba buscando”. Y me tiré a la piscina del puntocom como loco.

DB: Pues apostaste, pero muy al inicio de eso, pero no muy al inicio de tu carrera.

JC: No, yo ya tenía 35, 36, te iba a estar hablando en el año 97, ya tenía un puestazo, ya te había dicho. No tenía por qué dar ese salto y me arriesgué y me tiré a esa piscina y fue la que me llevó luego a la cola del paro, al desempleo, al cabo de cuatro años.

DB: ¿Cómo te sobrepones a algo así? O sea, de decir “estaba acá, me vine a algo que no era lo seguro y me fue mal en esa jugada”.

JC: Fue un shock psicológico enorme. Ya te digo, tenía 40 años, no me lo esperaba, no estaba en mi hoja de ruta. Yo pensaba que iba a seguir creciendo porque yo di el salto de Managing Director de WPP, que es uno de las principales grupos de comunicación, a Commerce One, que era una de las empresas nacientes de la nueva era puntocom, cotizábamos en Nasdaq. A mí me convencieron con papelitos. Tenía unos stock options, que tuvimos esa conversación en un yacht en las Bahamas, porque era un poco la promesa de que yo dejaba ese confort para irme a este nuevo proyecto que acaba de arrancar, pero que nos iban a hacer millonarios y que como parte del equipo directivo fundacional, yo iba a tener unos stock options que iba a acabar… Y ya te digo, un yacht en las Bahamas. Al final de ese camino, acabé, como he dicho, en cola del paro y en un proceso de salida que todos los equipos directivos tuvimos que ceder nuestro stock option a la compañía que nos compró, una de las principales empresas tecnológicas alemanas, y legalmente al comprarnos tuvimos que entregarle nuestros stock options y yo tengo marcado en casa un talón por 67 céntimos de euro, similar a un dólar, que es el valor de mi patrimonio, que iban a ser millones de dólares y que fue el primer golpe de mi vida duro de repente decir “¿y ahora que hago con mi vida?” Entonces, acabé en la cola del paro.

DB: ¿Nada más te dieron estos 67 céntimos?

JC: Estos 67 céntimos de euro. Y en la negociación, la compañía que nos compraba nos daba, ahí el equipo directivo, un empresario de San Francisco, intentó portarse lo mejor posible con los que acabábamos. El barco se estaba hundiendo y el fundador le dijo a la empresa que nos compraba que nos dieran un puesto trabajo. Pero el puesto trabajo que nos dieron, verdaderamente no es que fuera denigrante, pero sí era retroceder. Entonces yo dignamente, cuando fui a firmar mi salida, entregué mi contrato diciendo que no aceptaba ese puesto de trabajo, pero me temblaban las piernas porque verdaderamente no tenía nada.

DB: No tenías nada.

JC: O sea, yo me caía al vacío.

DB: ¿Cuánto tiempo les avisaron que esto iba a pasar?

JC: Se veía venir, o sea, no voy a decir que es igual, pero es como cuando murió mi padre hace 15 años y tenía una enfermedad grave, Y aunque lo ves venir, el día que pasa te derrumbas. Lo mismo con esto, o sea, el equipo directivo lo veíamos venir y además hicimos en el aeropuerto Tempelhof, que es el aeropuerto donde el presidente Kennedy dijo las famosas palabras, Ich bin ein berliner, lo alquilamos y hicimos una gran fiesta que nos gastamos los últimos millones de dólares que quedaba en la caja, porque hicimos una especie de paripé, como decimos aquí, ¿sabes?, de simulacro, de que todo iba bien e invitamos a todos los clientes a una especie de evento donde recreamos el Berlín de los años 20. Lo recordamos todo con un cabaret. Invitamos a clientes potenciales porque todos pensábamos que si entraban nuevos clientes, nos salvábamos.

DB: O sea, un último intento de buscar meter más clientes.

JC: Exacto, y era como en el casino. Lo poco que nos quedábamos lo íbamos a gastar en esta gran fiesta, en este gran evento e íbamos a hacer este montaje y, bueno...

DB: Ninguna empresa entró.

JC: No, se veía venir el... Afortunadamente, el orgullo personal que tengo es que todo... La burbuja explotó en el 99-2000 y esto aguantamos hasta el año 2002-2003. O sea que la empresa verdaderamente se adelantó tecnológicamente a una empresa muy sólida, Commerce One, pero se adelantó a sus tiempos. Te estoy hablando de comercio electrónico entre empresas. Hoy en día lo tenemos súper asumido, pero han pasado 20 años. Y en aquel fue un inicio. Entonces, tecnológicamente se adelantó a sus tiempos. Se sumó a esa locura de ese momento donde se invirtió muchísimo dinero porque todo el mundo puso un .com al apellido de la empresa que tuvieras, fueras un banco, fueras una inmobiliaria, fueras lo que fueras, ponías un .com. Y fue un viaje precioso, una montaña rusa, pero la caída fue bestial. Entonces, el choque fue eso, acabar en la cola del paro. Y de repente cagó con mi vida, cagó con mi vida. Me di un tiempo que durante ese seis meses, nueve meses, me dediqué a hacer fotografía en blanco y negro, lo que era algo...

DB: ¿Tenías algo ahorrado o te dieron liquidación?

JC; Los 67 céntimos de euro. Nada más, ni siquiera hubo nada más. Y luego, lo que sí tenía es el paro de la seguridad social en España, porque había cotizado durante varios años. Entonces, con ese colchón, además de que no estaba casado, no tenía hijos, me pude permitir el lujo económicamente de decir “me quiero dar un tiempo hasta dar el siguiente salto”. No me voy a lanzar a lo primero que vea, porque además había trabajado anteriormente, como te había dicho, en WPP, y no quería volver ahí. Yo ya sabía que volver ahí ya lo había hecho, porque es un denominador común, que intento no repetirme. Ya había hecho aquello y no quería volver, porque no iba a aprender, no iba verdaderamente a estar feliz profesionalmente. Fue cuando creé Dosdoce.com, en marzo de 2004.

DB: Pero nada más, ¿cuánto tiempo fue que te tomaste...?

JC: Seis, nueve meses, casi un año.

DB: ¿Qué hacías esos nueve meses? O sea, ¿cómo...? Por un lado, ¿cómo te sentías anímicamente cuando alguien te preguntaba “qué haces, qué estás haciendo”? ¿Qué contestabas? ¿Y cómo te sentías ahí? ¿Cómo lo superaste? Y luego, ¿cómo organizaste en tu cabeza el “estos siguientes meses no perderlos”? Y entonces, ¿qué hacías? ¿Buscabas empleo? Quiero entender qué pasaba ahí. Porque seguramente alguna vez nos va a pasar a todos esa situación.

DB: Y mi recomendación es que si te va a correr la vida, que probablemente te ocurra, que te ocurra cuanto antes, que tengas suficiente edad para poder cambiar porque es un reset muy fuerte, personal y profesionalmente. Y si esto me hubiera pillado con 50 o 60, probablemente no lo hubiera gestionado tan bien. Me pilló con finales de los 30, a principios de los 40. Y yo creo que tenía suficiente bagaje para que, aunque fuera un choque muy fuerte, pudiera repensar qué quería hacer. Entonces, me di un tiempo. Ya te digo, afortunadamente, y esto lo tengo que decir, porque hay otra gente, a lo mejor tienes un par de niños y te tienes que lanzar a lo primero que venga porque tienes que pagar la hipoteca. Entonces, tenía esa ventaja desde el punto de vista que no estaba casado, no tenía niños, tenía un cierto dinero ahorrado y me podía permitir el lujo de esperar a ver qué es lo que quería hacer, cuál iba a ser mi siguiente salto profesional. Entonces, siempre había querido hacer fotografía en blanco y negro. Y había un máster que siempre me quería apuntar pero nunca tenía tiempo. Dije “me voy a apuntar al máster”, entonces me apunté. Iba todos los días, era aquí en Madrid, en una escuela de fotografía y cruzaba el Retiro. Iba allí y en el cuarto oscuro era donde yo le daba vueltas “¿qué quiero hacer con mi vida?” Era mi momento de pensar. Si no has hecho fotografía, tienes que estar muy centrado, dedicas muchas horas a ver la evolución de... Porque hacía absolutamente de todo. Aparte, me especialicé en fotografía en blanco y negro, un papel de grabado, que pasas una esponja… Bueno, es muy artesanal, muy laborioso, pero te permite, por así decirlo, dejarte llevar, pensar. Entonces, estuve dando mil vueltas y había dos cosas que a mí me gustaban personalmente. Por un lado, cultura y por otro lado, la tecnología. Y cuando había estado en WPP, cada vez que entraba un proyecto cultural, yo levantaba la mano y decía “este me lo llevo yo” porque había una afinidad personal sobre los contenidos.

DB: Te llamaba.

JC: Me llamaba y no me importaba estar ahí. Por ejemplo, entró la iglesia católica y yo dije “yo no la represento”. Yo dije que no la representaba. Entró también un partido político, que no voy a mencionar, y también dije que yo no lo representaba. Entonces, dediqué un tiempo a pensar qué quería hacer y se me ocurrió esta idea de combinar mi experiencia tecnológica que me había fascinado, este viaje de montaña rusa en Commerce One, que lo había disfrutado muchísimo y que se había acabado de una manera muy abrupta, con mi pasión cultural a nivel personal. ¿Por qué no creo yo una empresa que ayude a los gestores culturales, a los profesionales del mundo de la cultura, que en España representa el 7% de nuestro PIB? Es una de las principales industrias que tenemos en este país, gran exportadora, además en cine, música, en libros, en un montón de contenidos, y ayudarla a entender esta área digital que nos ha tocado vivir.

DB: Juntaste lo que te gusta.

JC: Exacto, mis dos pasiones. Y creé Dosdoce y fue cuando creé en marzo de 2004 la empresa y al principio fue una andadura en el desierto, era el último en llegar, en el sector, porque no había trabajado en el sector cultural, sí en el sector tecnológico, pero hablaba contra paredes. Era un sector que le iba muy bien en el mundo analógico, se vendían muchos libros, se vendían muchos discos. “¿Para qué me sirves? ¿Y esto para qué?” Y además siempre se pintaba todo lo de internet en muy negativo, supuestamente los contenidos que se hacían en internet eran de baja calidad, la piratería, parecía que eran seres de otro planeta que bajaban y hacían cosas y éramos nosotros mismos, pero en una pantalla. Y luego, poco a poco, afortunadamente, a lo largo de estos 20 años, hoy en día es una empresa que me ha dado muchas satisfacciones.

DB: Pero a ver, creo que cuando en ese entonces te acercas con la gente, muchos de los líderes en ese momento de esas empresas, por la industria, eran como intocables, o como “no, yo de aquí no me muevo y esto aquí”, y luego venías en otros estos años y “señor rector, no sé dónde puedo hablar con usted”, ¿no?

JC: Sí, sí.

DB: ¿Cómo te ganaste ese lugar? ¿Cómo te ganaste el respeto a esa gente?

JC: Pues de la manera que lo hice, y fue entrando a lo bestia, por así decirlo, yo venía del mundo de la consultoría estratégica y había hecho siempre muchos análisis. Entonces dije “bueno pues para que me escuchéis, os voy a hacer un retrato de cómo estáis en internet”. Entonces hice una auditoría de las 20 principales editoriales de este país, luego lo hice de museos, luego lo hice también de bibliotecas, y en aquel momento, era el momento MySpace, te estoy hablando de la edad media digital, o sea, hasta el 2004, 2005, hoy en día tenemos todo esto muy asumido, TikTok, Twitch y demás, pero en aquel momento, ya te digo, la principal red social era MySpace, que probablemente muchos de tus oyentes ni la vieron, ¿no? Hoy en día sigue existiendo y se ha convertido en una plataforma más del mundo de los músicos y músicos independientes es donde se dan a conocer y se dan a descubrir. Entonces hice esta radiografía y un error, que en ese momento no fue un error porque me abrió muchas puertas, pero me creó también muchos enemigos, por así decirlo, hice un ranking. Entonces yo analicé la presencia de las editoriales en las redes sociales y las evalué y luego hice una ponderación y hice un ranking. Y entonces salió la foto y además presenté el estudio y yo me subí allí a un escenario y lo presenté y me cayeron mil tomates. Porque, claro, de repente yo les estaba diciendo a la cara que no estaban correctamente haciendo lo que había que hacer y les estaba señalando públicamente sus defectos. Lección aprendida, si vas a hacer ese análisis o auditoría, no hagas un ranking porque a nadie le gusta verse en los últimos lugares. Se puede evitar crear esas comodidades y a lo mejor tener conversaciones uno a uno donde les dices “oye, he detectado esto, ¿cómo te puede ayudar?”. No obstante, y luego dice mucho de las personas, la directora de comunicación de Santillana, hoy en día ya está en Planeta, Ángeles, al cabo de unos meses me llamó. Había quedado muy mal. Y me llamó y me dijo “quiero que me expliques lo que estás diciendo que no estamos haciendo correctamente”. Y yo se lo expliqué y al principio ella como que no lo veía. Entonces me llevó a una reunión con su equipo directivo y allí estaba Fernando, estaba Paco, estaba un montón de gente. Y al final me contrataron.

DB: ¿Tú sabías lo que les ibas a vender en ese momento?

JC: Yo lo que les estaba vendiendo era toda mi experiencia que tenía. Pero era un poco abstracto. En ese momento, yo te digo, era el arranque, lo que sí hacíamos era diseño de páginas web. Y yo no hacía el diseño, yo te digo, en ese momento era un consultor que yo les asesoraba sobre cuál debería ser su presencia y qué elementos debería tener esa presencia en Internet con el fin de ayudarlos a vender más su producto, que en aquel momento venía en papel. O sea, yo no había entrado todavía ni en los formatos digitales. Únicamente, utilizar la tecnología para ayudarles a vender más. Pero no era gente tonta, esto es lo que siempre he entendido, que el que tenía al otro lado no era una persona tonta, sino todo lo contrario, una persona inteligente, pero que a lo mejor no entendía sobre ese mundo que acaba de aparecer y lo que quería era buscar de qué manera podría entrar y si había ventajas de negocio o lo que fuera. El sector editorial tardó, ya te digo, Ángeles fue la pionera que se tiró. Empecé a trabajar más con museos. Uno de mis primeros clientes fue también, por ejemplo, la Fundación Tapias en Barcelona, que lo vieron y dijeron “ayúdanos a rediseñar toda nuestra web y nuestra presencia en Internet”. Luego vinieron más y ya fue.

DB: En ese momento, ¿cómo cobrabas? ¿Les decías, tengo que cobrar mes a mes tanto, durante tanto tiempo? O sea, ¿cómo, al ser algo abstracto, qué ofrecías específicamente a cambio de que te pagaran?

JC: Sí, de una contestación económica. Era por proyectos. Y yo lo que calculaba era tienes este problema o tienes esta oportunidad y se soluciona con estos pasos y me va a llevar tantas horas a mí y a estos proveedores que te tienen que hacer la página web o te tienen que abrir los canales en MySpace y posteriormente Twitter y demás. Y yo lo que hacía era el análisis, la estrategia y el arranque de la ejecución. Pero luego, además, y esto siempre lo he creído, yo formaba a su equipo para que tuviera las mismas habilidades que yo tenía con el fin de que no tuvieran que depender de mí. Una de las cosas que había aprendido como consultor estratégico es que muchas veces las consultorías atan al cliente eternamente para que no dejen de aportarles unos ingresos indefinidos. Y muchas veces yo me sentía muy incómodo cuando hacíamos eso. Esos retainers, esos fees mensuales, independientemente de lo que hayas hecho, yo me sentía muy incómodo con eso. Entonces, yo marcaba una serie de horas con las cuales iba a trabajar y cuando ya había aportado mi valor, yo me salía de ese proyecto. Había clientes que renovaban porque luego tenían otra necesidad o querían hacer otra cosa, pero no era algo permanente. Estructuras de proyecto a proyecto.

DB: ¿Cómo lo haces con las empresas?

JC: ¿Cómo lo hago con las empresas?

DB: O sea, porque sigues haciendo Dosdoce. ¿Cómo convive eso con estos emprendimientos de traer nuevos proyectos? 

JC: O sea, estas empresas lo que han contratado es Dosdoce, que es la empresa que da estos servicios. Pero en estos proyectos donde yo me he metido de lleno y he sido la persona responsable de la creación, todo el setup y el desembarco, lanzamiento en España y América Latinae, ellos me contrataban a mi, Javier Celaya, para que hiciera todo eso y a través de mi empresa yo les prestaba los servicios de contratación de personal, contratación de esto. Pero básicamente dejaba de trabajar para los otros y me iba para trabajar con un cliente exclusivamente durante dos, tres años. Y además con ese cliente establecía una relación que no es de consultor de fuera, sino que me metía dentro y muchas veces, esto por ejemplo en Podimo pasó, cuando salí, como en la pandemia, no había habido lugar a hacer eventos físicos donde la gente se conoce y viajas a la sede y sales a cenar y tal. Cuando me despedí, mucha gente decía “ah, pero no ha sido empleado, pero sí ha sido el que ha creado”. Aparte, ¿sabes?, me habían visto desde el primer día sí, y de repente no, es que es un consultor externo que ha montado todo esto para nosotros y su función es esta, o sea...

DB: Sí, él hizo lo que tenía que hacer.

JC: Exacto, y además desde siempre al equipo, en esa transparencia que te decía, yo desde el primer día cuando contrataba a alguien, le decía “yo tengo fecha caducidad, yo dentro de dos, tres años no voy a estar aquí”. Que esto velo en positivo, o sea, no voy a ser el típico jefe tapón, que los hay, muchos, que ocupan su sitio y no dejan que el equipo florezca porque yo me siento aquí y ocupo este sillón. Yo este sitio lo va a ocupar otra persona, que espero que sea alguien del equipo o si viene de fuera, pues que aporte los valores que sea, pero yo desde el primer día tenía, como los yogures, fecha de caducidad, un poco más larga, pero siempre ha sido Dosdoce, volviendo a tu pregunta para responder, ha sido Dosdoce que ha prestado sus servicios a estas empresas, lo único que podemos decir es la dedicación de tiempos, o ha sido absolutamente exclusiva o por horas.

DB: Ok, ¿qué es lo que sigue? O sea, ¿de qué va a tratar lo siguiente que vas a hacer? ¿Ya lo tienes claro?

JC: Sí, estoy ahora en un proyecto muy dulce, en un momento muy dulce, que estoy asesorando a dos grandes empresas, no puedo decir nombres, ¿vale? Que llevan haciendo audio mucho tiempo y que lo que quieren es hacer una revisión de su estrategia de audio. Entonces, yo soy como ese segundo médico cuando tienes una enfermedad grave.

DB: Ah, una segunda opinión.

JC: Esa segunda opinión de fuera, que normalmente es más objetiva porque es muy humano que dentro de la empresa, cuando tú le preguntas al director de marketing o al director de operaciones o al financiero qué está ocurriendo, establezcas un argumento defensivo de que esto ya se intentó y no funcionó, o esto no se puede hacer en este mercado porque somos diferentes, o esto en México o en Colombia no funciona.

DB: O es una miopía, incluso que no puedes ver más allá de lo que estás haciendo.

JC: Exacto, mi experiencia me dice yo que sé qué es válido y es cierto, pero cuando viene alguien de fuera que no va a formar parte del equipo y por lo tanto su mirada va a ser absolutamente objetiva y que lo va a mirar desde una perspectiva de experiencia totalmente diferente y le habla directamente al director general, al CEO, y le dice “¿lo estás haciendo bien?”

DB: Sí, le puedes decir lo que es.

JC: Exacto, no tengo que ser políticamente correcto. No me va a dar un puesto de trabajo y no lo estoy buscando y lo que quiero es que su empresa crezca para que en la siguiente comida de negocios que tenga con otra empresa me recomiende y diga “contrátate a Javier que te pueda ayudar”. Entonces, estoy en estos dos que uno es un grupo extranjero y otro es un grupo nacional y ambos dentro del mundo audio, pero con diferentes perspectivas, con una misma necesidad, saber si deberían hacer algo diferente desde el punto de vista de contenido, si están haciendo el contenido adecuado, si lo están comercializando de la manera adecuada y se deberían hacer algo totalmente diferente que ni han imaginado. Entonces, después de los casi ocho años de acumulación… Bueno, diez, que también hice audiolibros, de acumulación de experiencias de audio que tenía Bookwire, Storytel y Podimo, estoy aplicando todo eso, todas las experiencias, todos los errores cometidos, todas las lecciones aprendidas en volcar ese conocimiento a estas empresas con el fin de que una de ellas, esto ya sería para el año que viene, porque una de ellas quiere entrar, he dicho, una es nacional, ya está aquí, y otra es internacional y está pensando en entrar en los mercados en español, pero inteligentemente está haciendo un análisis previo de cómo entrar y es donde lo estoy ayudando, ver cuál sería, en el caso que al final decidan entrar el año que viene, este es un horario complejo, ya sabes, económicamente, todo lo que hemos puesto, pero las empresas lo están utilizando porque las empresas no paran, como tú bien sabes, entonces, puede que este año haya menos presupuesto, puede que este año haya un ajuste de plantilla, puede que este año hayamos tenido que hacer una reestructuración de yo qué sé qué, pero están ya, sobre todo, los equipos directivos, los CEOs pensando en el 2024 y todo parece indicar, con los datos macro, se está viendo la última subida que ha habido de los intereses en Estados Unidos y en Europa, que ya los bancos centrales han dicho que parece ser que va a ser la última, y esto significa que se ha corregido el peligro de la infracción y si es así, volverá el consumo y si vuelve el consumo, vuelve a haber dinero y se vuelve a haber dinero, vuelve a haber caja y empiezan todas las actividades económicas a moverse. Entonces, este año 2023 se está utilizando internamente dentro de las grandes empresas para rediseñar ese futuro 2024. Entonces, esta empresa, si a través de este análisis interno va a poder decidir entrar en los mercados españoles, que sería muy bueno, sobre todo para vosotros, los creadores del mundo audio, porque cuanta más diversidad de plataformas, más diversidad de modelos de negocio, más oportunidades vais a tener para llegar a nuevas audiencias o llegar a las audiencias que tenéis, o sobre todo, diferentes maneras de monetizar. Entonces, estoy en esa fase y lo estoy disfrutando porque no estoy ejecutando. Estoy volviendo un poco a hace diez años y con todas las lecciones aprendidas, con todo lo que he aprendido durante estos años, aplicándolos a nuevos escenarios.

DB: Buenísimo. Javier, ¿cuál ha sido uno de los peores consejos que te han dado?

JC: Más que consejo, el trasladarme un miedo de que me la voy a dar. Que eso que voy a hacer es el camino roño. Y eso me lo han dicho empresarialmente muchas veces. Y yo lo que diría a la gente cuando le digan eso, que sí lo tengan en cuenta, porque muchas veces nos emocionamos y no vemos verdaderamente lo que hay detrás, pero que si tienes feeling, que yo muchas veces me muevo por feeling, o sea, si siento que ahí hay algo y siento que hay una oportunidad de negocio que lo intenten. Porque yo creo que lo peor que te puede pasar en la vida es que te quedes con la duda de qué hubiera sido si hubiera tomado... Entonces, puede que te la des. Y ya te digo, estamos hablando de Storytel, Podimo y Bookwire, que han sido proyectos muy exitosos. Estoy encantado, aparte son mis niños. Creo que crezcan y que evolucionen y que sean líderes en sus diferentes categorías, pero he tenido otros, como una compañía que fileteaba los contenidos, fraccionaba los contenidos, pero se adelantó a sus tiempos. Hoy en día estamos hablando de la fragmentación de los micropagos. Esto fue hace 15 años. Otra tecnología de Nueva York que era una plataforma transversal donde tú ibas a poder ver cine, escuchar audio, leer prensa. Hoy en día ya estamos viendo que evolucionamos a esos entornos, que en una misma plataforma puedes agregar diferentes formatos digitales. Lo mismo, se adelantó a sus tiempos. Entonces ese miedo que muchas veces, que a lo mejor puede ser, como hicieron mis padres, volviendo a esto, por protegerte, no decir “no hagas eso que te la vas a dar”, pero muchas veces yo también me he dado cuenta que muchas veces es pura envidia.

DB: ¿Sí?

JC: Sí. Que no se atreven ellos, y como no se atreven ellos, te dicen que no lo hagas, porque si además tienes éxito, demuestras que los que no os aventuraron fueron ellos.

DB: Ya. Es como una confirmación de que se equivocaron.

JC: Que se equivocaron, sí. Que no tuvieron valor en hacer lo que tú sí tuviste valor en hacer.

DB: ¿Cuál ha sido uno de los mejores consejos que te han dado?

JC: Pues personalmente yo creo que siempre ha sido, por un lado, ser tú mismo, ¿sabes? Y por otro lado, yo creo que es arriesgarse. Yo soy curioso por naturaleza, ¿vale? Y entonces, cuando alguien se me ha acercado dándome un consejo en positivo, pues es decir, de anímate, porque a veces necesitas eso también, o sea, no es que sea siempre súper adhesivo y que no necesito, o sea, tengo dudas, como cualquier buen humano, ¿no? Pero si alguien me dice, me escucha y me dice “anímate”, yo ya acelero. Me acelero, ¿sabes? Y no sé, más consejos de ese estilo, pues diría eso sí.

DB: ¿Qué opinión tienes que poca gente comparte contigo?

JC: Vale. Yo fíjate, ahí he cambiado. Yo al principio pensaba que la gente no cambiaba. Y era muy determinante. Decía “la gente no cambia, la gente nace de una manera y muere de esa manera”. Si alguien es bruto, va a morir bruto. Si alguien es listo, va a ser listo. Y la vida me ha demostrado que no. Que la gente cambia si quiere cambiar. Desgraciadamente, la gran mayoría no cambia, ¿vale? Pero sí me he dado cuenta que yo antes era muy tajante en pensar que si no lo hacías era porque no querías y demás. Y me he dado cuenta que la gente cambia. Y cambia normalmente a mejor, a positivo, si hace el esfuerzo de cambiar. Que mucha gente no hace el esfuerzo de cambiar.

DB: ¿Libro, película, documental, serie, cualquiera de estos, que haya marcado un antes y un después en tu vida? No tienen que ser todos, pero que sí o sí ha marcado un antes y un después. Ya sea en tu forma de entender el mundo o en tu vida.

JC: De pequeño Julio Verne a mí me abrió el mundo. Me hacía viajar. Desde el punto de vista de cómo relataba. Y había una novela suya de Miguel Strogoff que a mí ese personaje, ¿sabes?, me llenaba. En el mundo del teatro, mi abuela era mucho de teatro. Y bueno, a la pobre le decimos. Ya vivía en nuestra casa cuatro meses al año. Luego vivía con la madre de mi madre. Y vivía el resto del año con las otras hermanas. Y los domingos había un trueque que un fin de semana nosotros elegíamos la película y ella nos llevaba al cine. Y otro fin de semana ella elegía la obra de teatro y ella nos llevaba al teatro. Gracias a ella me encanta el teatro. Porque me inspiró, me hizo ver la actuación en escenario. Pero éramos malísimos con ella. Elegíamos las películas de terror a propósito para hacerla sufrir. Pues nos encantaba verla con el abrigo a la pobre metida ahí diciendo #¿pero cómo me traes a esto?# Y el siguiente domingo nos tocaba la película más horrorosa. A mí no me gustan nada las películas de terror y las películas de suspense, pero verla y sufrir era lo que queríamos.

DB: Era el premio.

JC: Exacto. Y ella, en cambio, nos llevó a muchísimas obras de teatro y ya te digo, nos engatusó en eso. Por lo tanto, mi recomendación sería que cuanto antes a tu entorno, ya sea tu pareja, tus hijos, le descubras el mundo, la cultura, ya sea cuadros, ya sea teatro, ya sea cine, ya sea música. En música soy absolutamente... No tengo educación musical en mi casa. Así como el teatro o las artes plásticas lo tenemos muy embebido, la música no. Yo quería tocar el piano de pequeño. Y en mi casa, me acuerdo que a los 12 años, yo creo que mi padre ya descubrió que su hijo era gay, porque de repente el niño dice que quiere aprender a tocar el piano. Y en casa no había piano. E íbamos todos los fines de semana a cazar.

DB: ¿A cazar?

JC: A cazar. Y yo odiaba la caza. Me parecía absolutamente animal. Y entonces, yo un día me planteé frente a mi padre y le dije que yo no iba a matar animales. Tenía 11 años, porque a los 11 años te regalaba una escopeta. Mi hermano mata todo lo que se mueva. Pero yo me negué a matar animales. Y mi padre dijo “vale, muy bien, respeto tu decisión, no matas animales, pero no vas a tocar el piano, porque no vas a tocar el piano”. Luego me casé con un pianista. Todo planeado. No querías piano, pues tomo pianista. Lo aceptó muy bien en la calle fenomenal. Pero sí, se la devolví cinco años más tarde con esto. Pero no tenía educación musical, que era donde quería llegar. En mi casa no había habido. Y cuando conocí a Iñaki, mi marido, en aquel momento, me estoy remontando hace 23 años, no había Spotify, no había Playlist. Y él con CDs me ponía todas las mañanas una serie de listas de música que yo tenía que escuchar para educar a mi oído. Al cabo de tres meses lo dejó, por imposible. Pero en el resto de artes, yo lo que animo a la gente… Y yo creo que en la pandemia muchísima gente descubrió la cultura como tableta de salvación. Hartos de estar en casa encerrados, sin poder salir, sin poder viajar, sin poder ver con los amigos, sin poder ir a cenar y demás, descubrimos a través de los móviles, de la tableta, de la gran pantalla en casa cómo la cultura te puede hacer evadirte, te puede hacer entretenerte, te puede también acceder al conocimiento. Y para mí, yo salgo que por lo cabo, ya sabes, que cualquier persona se acerque, si no ya está ahí, a cualquier ámbito de creación cultural.

DB: Perfecto. Javier, de todo lo que has vivido, tanto en lo personal como en lo laboral, has tenido un montón de aprendizajes. Si tuvieras que quedarte con tres aprendizajes y quisieras tener siempre presentes, que fueran este brujo o este norte en tu vida, ¿qué sería?

JC: Pues sería el de salir de tu zona de confort cuanto antes. A lo mejor, lo que hicieron mis padres a lo bruto, a los 13 años, arrancándote de tu hogar, a lo mejor es demasiado.

DB: Te lanzaron las piscinas.

JC: Exacto, pero yo les estoy muy agradecido. Y si hubiera tenido hijos, hubiera hecho lo mismo, porque me parece que verdaderamente es un aprendizaje. Entonces, salir de tu zona de confort a nivel personal y a nivel profesional, viajar, pero viajar como viajero, no como turista. Intentar conocer la cultura de ese país, que puede ser desde la comida, que puede ser desde las conversaciones, que puede ser museos, que puede ser... Tampoco hay que hacerlo, ¿sabes? Puede ser, verdaderamente, vivir en un barrio. Se critica muchas veces a Airbnb pero para mí es una de las plataformas que más transmite cultura. Es verdad que en algunas ciudades, por la sobredimensión del turismo, se está, de alguna manera, sobredimensionando, pero tener una casa en una ciudad y poder permitirte vivir la ciudad... Y hacer tu vida como si... Como uno más, comer lo que comen en su ciudad, vivir el barrio de esa ciudad, te abre el mundo. Y luego la otra, ser ateo, no creer en religiones. Para mí es... No sé si fue porque fui a un colegio del Opus Dei súper fundamentalista. Afortunadamente tenía una madre que cuando llegaba a casa me decía “¿qué te han contado hoy? Y le contaba y me decía “pues no, existe la cultura musulmana o existe la cultura judía”. O me acuerdo cuando fuimos a Londres y volvimos de ver el musical Jesucristo Superstar y mi hermano mayor llevó el disco al colegio y se lo rompieron. Mi madre nos sacó del colegio y dijo “hasta aquí hemos llegado”. O sea, que no entiendas una obra artística como una expresión y que lo veas todo desde ese punto de vista. Entonces, para mí la religión es de los grandes males que hemos tenido desgraciadamente en el mundo latino. Y respeto a las personas que tengan creencias, porque cada uno tenemos nuestra vida, pero un mundo sin religión sería mucho mejor.